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Chaku, esquila ancestral

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En el interior profundo de Catamarca, a 3.200 metros sobre el nivel del mar, en un lugar donde el cielo parece pegarse a la tierra, inmersa entre las montañas de la Puna, se encuentra la Laguna Blanca, una reserva de biosfera creada en 1979 con el objetivo de proteger la vicuña, camélido silvestre que estuvo en peligro de extinción. En esta reserva de 770.000 hectáreas de superficie, ubicada en el departamento de Antofagasta de la Sierra, merodean unos 70.000 ejemplares de esta especie que desde que está protegida ya no corre riesgo de desaparecer.
En los márgenes de la laguna se erige el pueblo del mismo nombre, un caserío de adobe habitado por unas 500 personas. En este sitio, el animal venerado desde los tiempos preincaicos se ha transformado en un recurso sustentable. Desde 2003 se realiza el chaku, una práctica ancestral que consiste en el encierro, captura, esquila y liberación de las vicuñas, utilizando las técnicas de los pueblos precolombinos.
En tiempos remotos, se obtenía la carne y fibra del animal mediante estos chakus, que consistían en rodear amplias zonas armando un cordón humano, para así arrearlas hasta los corrales de piedra donde se capturaban y se seleccionaban los ejemplares aptos para el consumo y la esquila. Antiguamente esta práctica se realizaba cada tres o cuatro años, y fuera de la fecha, la caza estaba prohibida.
Inspirado entonces en aquellos chakus, en Laguna Blanca se instauró el Programa de Manejo de la Vicuña, que proporciona fibra legal para la elaboración de hilados y prendas. Durante dos jornadas, los lagunenses se reúnen en un esfuerzo conjunto, y tal como lo hacían sus ancestros, van en busca de la vicuña. El primer día se trata de arrear a los animales, para luego dejarlos que descansen y se tranquilicen –es un animal muy sensible y se estresa fácilmente–, mientras que durante la segunda jornada se realiza la esquila. Desde que esta práctica fue reinstaurada, se llega a esquilar anualmente un promedio de 150 vicuñas, de las que se pueden extraer vellones de 300 gramos aproximadamente. Una vez clasificada la lana, la cooperativa formada por los lugareños distribuirá la mitad entre los suyos y la otra mitad se vende a los artesanos de la provincia. Un kilo de lana de vicuña cuesta alrededor de 5.000 pesos, un par de guantes se puede vender a 250 pesos, y un buen poncho llega a costar 12.000 pesos.
Cada año se realiza una presentación en Laguna Blanca donde los turistas pueden participar de todo el proceso del chaku, desde el encierro de vicuñas a las técnicas ancestrales que se utilizan para obtener lana sin afectar la especie. Como cierre de la experiencia se realiza un festival popular y feria artesanal, donde se toma contacto con la gastronomía, la producción de los artesanos y el folclore, expresiones típicas de la cultura catamarqueña.
Como afirma Raúl Gutiérrez, presidente de la cooperativa Mesa Local de Laguna Blanca, el chaku es muy significativo para la gente de Laguna Blanca: «El chaku es algo especial para nosotros, más allá de la fibra de la vicuña, más allá de la importancia económica. Se trata de recuperar esta cultura, esta tradición que nuestros ancestros nos legaron hace miles de años».

Texto y fotos: Guido Piotrkowski

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