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Feria Internacional del Libro, de ayer a hoy

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La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires acaba de cumplir cuatro décadas. Desde aquella primera, organizada en el ex Centro Municipal de Exposiciones en marzo de 1975, fue creciendo año a año, hasta convertirse en la muestra más importante de Latinoamérica, llegando a convocar más de un millón de asistentes cada año. Desde hace tres ediciones, la Feria dedica una proporción importante de su superficie a los libros electrónicos, el nuevo soporte que nació a mediados de la década del 80, y cuyo desarrollo –según distintos especialistas– «aún está en pañales». Este año, el Pabellón Amarillo albergó el denominado Espacio Digital, «un territorio tecnológico en donde los visitantes pueden entrar en contacto y experimentar con los propios sentidos los diferentes dispositivos de lectura que pueden encontrarse en el mercado», señalan desde la Fundación El Libro. Tablets, e-readers, ebooks,  y dispositivos con contenidos de lectura provistos por editoriales que se sumaron a esta propuesta, que también incluyó pruebas de juegos experimentales, permitieron a los más pequeños, pero no sólo a ellos, participar de esta nueva forma de acercarse a los textos.
Sin embargo, la irrupción de las nuevas tecnologías o TIC (tecnologías de la información y comunicación) en el mundo editorial y educativo despertó encendidos debates. Desde hace cinco siglos –cuando el libro se masificó con la invención de la imprenta– viene decretándose la muerte del texto impreso. Primero, con la aparición de los periódicos y diarios en las grandes ciudades; luego, con la irrupción de la radio y el cine en el siglo XX. Y en esta nueva centuria, los verdugos del texto impreso serían los libros electrónicos y sus soportes digitales. «La lectura de libros electrónicos, que llega al 30% en los Estados Unidos, contra el 70% de lectura en papel, existirá para la lectura “desechable”: diarios, novelas comerciales de baja calidad, no ficción vinculada con noticias pasajeras. Los libros electrónicos no tienen nada que ver con una biblioteca, no tienen que ver con la preservación sino con transmitir y desechar», sostiene el  agente literario estadounidense Andrew Wylie, invitado a esta edición de la Feria del Libro. Por otra parte, en el ámbito educativo, más abierto a los nuevos soportes,  las TIC son percibidas como nuevas formas de leer y de aprender. También durante esta Feria,  la pedagoga francesa Anne Marie Chartier señaló que «hoy la lectura ya no se desenvuelve del modo tradicional: leer no es sólo estar sentado, solo, sosteniendo un texto en papel, sino que implica otras actividades como estar en movimiento, caminando o parado, leyendo y escribiendo a través de un dispositivo móvil, tal vez también viendo un video o escuchando música. La cultura de lo breve, de lo inmediato, en la lectura se está expandiendo a través de los clics y repeticiones que hacen hoy con las máquinas».
Lo cierto es que no importa si el libro es impreso o electrónico. Seguramente los dos van a convivir durante mucho tiempo, con un mismo objetivo, aquel presente desde la génesis misma del primer texto: abrir las puertas del saber y de la imaginación a quien se entrega sin más a la lectura de un libro.

—Texto: Mirta Quiles
Fotos: Jorge Aloy

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