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Lo que INDUPA no se llevó

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Al noroeste de la provincia de Río Negro se levanta la ciudad de Cinco Saltos, potenciada económica y socialmente en 1948 cuando se radicó, al margen del canal de riego del Alto Valle, Industrias Patagónicas Sociedad Anónima (Indupa). La firma de capitales franceses que se instaló para elaborar por electrólisis materias primas básicas, soda cáustica, cloro y derivados, requería energía eléctrica para su funcionamiento, y en el marco del modelo de industrialización por sustitución de importaciones, el gobierno de Juan Domingo Perón construyó en sus cercanías una central hidroeléctrica para abastecer la demanda energética de la firma. Las materias primas que se obtenían en indupa eran hidrógeno, cloro (gas y licuado), soda cáustica (hidróxido de sodio); mientras que algunos de las decenas de productos utilizados fueron mercurio, ácido sulfúrico y nitrógeno.
Hacia la década del 60 comenzó además con la producción de PVC, siendo el monómero de cloruro de vinilo el principal producto utilizado. La manipulación de este componente destilaba gases altamente tóxicos, perjudiciales para la salud. «Vos andabas y podías ver entre el ladrillo y la mezcla de los galpones donde trabajábamos el mercurio solidificado. No sabíamos que el mercurio se evaporaba a temperatura ambiente, llegaba a cierta altura y se solidificaba; arriba en el techo, en las paredes, en todos lados había mercurio», cuenta José Chandia, ex trabajador de Indupa, quien fue despedido en 1988 por denunciar los altos niveles de contaminación en la fábrica.
Durante la década del 90, la privatización del sector petroquímico asestó un duro golpe a la firma, una de las mayores productoras de soda cáustica (40.000 toneladas anuales), que ocupaba cerca de 1.500 trabajadores. Traslado al Polo Petroquímico de Bahía Blanca, despidos masivos, convocatoria de acreedores, desguace de la empresa y su cierre en 1995 fueron los pasos anunciados de la firma que contaba ya con cientos de denuncias por contaminación. Un año más tarde la empresa nacional Imextrade adquiere el paquete accionario de Cinco Saltos, reabre sus puertas para producir PVC y es conminada a darle solución al problema ambiental. En 2000, la empresa construye un «relleno de seguridad» en la zona de las bardas, un predio de 53 hectáreas donde se entierran los residuos sólidos y materiales que son generados por la demolición de edificios y estructuras fuera de servicio. Sin embargo, dos años después, grandes cantidades de residuos contaminantes permanecen en un tinglado de la planta sin ninguna medida de seguridad.
Los residuos que dejó la ex Indupa tanto en la isla a la vera del canal de riego como en la barda fueron objeto de denuncias en los años posteriores, fundamentalmente a través de la Asamblea de Vecinos. Desde 2010, 60 años después de la puesta en marcha de Indupa y de millones de litros de agua y de hectáreas de tierra contaminadas, una firma italiana está llevando adelante una auditoría ambiental, un reclamo que instalaron como prioritario vecinos y ex trabajadores, quienes esperan que se determinen con total claridad las consecuencias que dejó el paso de la fábrica por la ciudad.

—Texto y fotos: Franco Colalongo

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