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Nuevo Amanecer

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Nuestra Señora del Socorro es una de las barriadas que componen el área metropolitana de Aracaju, en el estado brasileño de Sargipe. Allí nació en 2011, en un basurero, el asentamiento Nuevo Amanecer, donde hoy viven 60 familias apoyadas por el Movimiento Organizado de los Trabajadores Urbanos (MOTU), pero en constante peligro de desalojo.
Según datos del último censo del IBGE (Instituto Brasileño de Geografía y Estadística) en el Gran Aracaju cerca de 83.000 personas, el 11% de la población local, vive en favelas y asentamientos y, por lo tanto, carecen de saneamiento, agua potable, electricidad y otros servicios básicos. Los habitantes de Nuevo Amanecer trabajan juntos para paliar las necesidades. Organizados por calles (A, B y C) y apostando a las soluciones colectivas, en el asentamiento son los vecinos quienes se juntan para hacer la conexión de agua, energía o resolver lo que haga falta. Según Camila, una joven del barrio, «cuando es necesario armar una barraca (casilla), lo hacemos todos juntos». La buena voluntad de los vecinos se nutre de la asistencia y el apoyo del MOTU. Esta organización respalda a otros asentamientos y tomas en Sargipe, un estado que resolvió endurecer su posición ante las ocupaciones: Poblado Cabritos, una de las más grandes, fue desalojada hace poco, lo que desató una ola de protestas de movimientos sociales. En Nuevo Amancer también se organiza la lucha. No solo se oponen a ser desalojados, sino que también exigen al Estado mejores condiciones de vida e inclusión. Dalva Angélica, referente del MOTU, apunta: «Vivimos en áreas periféricas, distantes del centro de la ciudad, y el transporte público casi no llega a nuestros barrios. Son pocos los colectivos, precarios, y el pasaje es caro». En el MOTU, las mujeres militantes son mayoría. Nice, una de ellas, asiente: «La verdad, las mujeres somos quienes trabajamos más. Cocinamos, limpiamos, cuidamos de nuestros hijos y también participamos del movimiento. La mujer siempre está al frente de las luchas».
La presencia de Nuevo Amanecer y otras ocupaciones es ampliamente resistida por los habitantes «residenciales» de Aracaju, que «por prevención» llegaron a levantar un muro que separa sus chalets en Horto do Carvalho de las casillas de los obreros y recicladores del MOTU en las tierras fiscales lindantes.
Para el MOTU, si embargo, los mayores enemigos son los empresarios inmobiliarios, que codician los terrenos en los que se erigen los precarios asentamientos. Para Neidi, otra vecina, estos conflictos se podrían resolver si existiera la voluntad política de reconocer sus derechos: «Estamos esperando que el Ministerio Público y la Prefectura nos den un local adecuado para vivir. Todo ser humano tiene derecho a su casa».
Pese a las complicaciones, en el barrio siguen soñando, como lo hicieron desde el primer momento. Vera, una de las vecinas más antiguas,  cuenta orgullosa que fue quien propuso el nombre del asentamiento: «La primera noche después de tomar el predio hicimos una asamblea para definir varias cosas, entre ellas el nombre. Yo dije que un nuevo amanecer nos esperaba, y todos estuvieron de acuerdo».

—Informe y fotos: Javier Valado

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