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Partos interculturales

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Bolivia posee uno de los porcentajes más altos de mortalidad materno infantil de América Latina. En el área rural, donde más de la mitad de los partos tienen lugar en domicilios, las madres tienen 4 veces más probabilidades de fallecer por complicaciones del embarazo, parto o posparto; mientras que en 2013 se registraron 46 bebés fallecidos por cada 1.000 nacidos vivos.
En la provincia de La Paz vive un 90% de población indígena, gran parte de la cual no confía en la biomedicina. Una de las principales causas es el elevado número de cesáreas que se practican: un 40% del total de partos. Esta práctica quirúrgica provoca una herida en el abdomen que puede tardar semanas en curar, y en la mayoría de los casos las mujeres aimara no pueden permitirse estar tanto tiempo sin trabajar sus tierras o cuidar los animales que tienen a su cargo. Como consecuencia, muchas de las mujeres gestantes dan a luz en sus casas sin las condiciones mínimas de salubridad, poniendo en riesgo sus propias vidas y las de sus bebés. Desde 2006 el gobierno de Evo Morales, junto con la organización no gubernamental Médicos del Mundo, puso en funcionamiento –en algunos hospitales–, salas acondicionadas de acuerdo con las tradiciones indígenas, denominadas «salas interculturales», donde trabajan conjuntamente médicos y parteras. Con esta iniciativa pretenden que las mujeres que no confían en la biomedicina acudan a los centros sanitarios para dar a luz. Las parteras son las personas que tradicionalmente han atendido los nacimientos de manera domiciliaria en las comunidades aimara. Su presencia en los hospitales, junto con los médicos, es parte de las políticas que el viceministerio de Medicina Tradicional apoya para conciliar los métodos ancestrales con los procedimientos modernos.
En Patacamaya, un pequeño pueblo a poco más de 90 kilómetros de la capital del país, La Paz, funciona un hospital con 3 salas de parto interculturales. Sus paredes están pintadas con tonos cálidos, los pisos son de madera y hay una pequeña cocina para que las mujeres aimara den a luz en un entorno similar a sus casas. Además, las habitaciones cuentan con 2 grandes camas, una para la parturienta y otra para que sus familiares puedan acompañarla durante su estadía. Durante el alumbramiento, las mujeres escogen la postura en la que se encuentran más cómodas: sentadas, de rodillas o tumbadas. La guía para la atención intercultural de la salud materna, elaborada por el Ministerio de Salud boliviano, indica que «las mujeres acostumbran a dar a luz en forma vertical o semisentadas, no solamente porque conocen la fisiología de su cuerpo, sino porque tienen una connotación simbólica; permite la cercanía con la madre tierra. Por eso, las mujeres rurales no quieren dar a luz en la cama ni sobre una mesa ginecológica». Si durante el transcurso del parto surge alguna complicación, las madres pueden ser trasladadas inmediatamente a una sala biomédica o incluso a un quirófano gracias a encontrarse todo en el mismo edificio. «Iniciativas como la de las salas interculturales han permitido que la mortalidad infantil en Bolivia haya descendido un 58% desde 1990», aseguran desde Unicef.

—Texto y fotos: SubCoop

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