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Pescadores artesanales

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A 298 kilómetros de Montevideo, sobre la costa, se erige Punta del Diablo, un pintoresco pueblo de pescadores. Sus primeros habitantes se afincaron en 1935, pero fue en 1942 cuando un puñado de pescadores procedentes de Barra de Valizas, un poblado cercano, dieron vida al caserío. Su objetivo era la pesca del tiburón –cuyo hígado es rico en vitamina A–, requerido por los pilotos aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Una vez terminado el boom exportador, los pescadores locales comenzaron a salar y secar la carne de tiburón al sol en «varales». Este proceso de conservación dio origen al «bacalao criollo». Los varales se usan aún hoy en día y el olor que desprenden se ha vuelto característico del lugar. Hoy Punta del Diablo es uno de los mayores centros turísticos del país. Sin embargo, los lugareños continúan desafiando al mar en sus barcas de madera cada atardecer para, a su regreso, vender en la playa su cosecha fresca a los visitantes.

 

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