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Resistencia, conflictos y desafíos

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También llamado Chaco Boreal, es un territorio conformado por los departamentos de Boquerón, Alto Paraguay y Presidente Hayes. Suma 246.931 kilómetros cuadrados y es el 23% del ecosistema denominado Gran Chaco Sudamericano, que tiene una extensión de más de un millón de kilómetros cuadrados repartidos entre Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay. Es por sutamaño la segunda región boscosa de Sudamérica y un reservorio de enorme biodiversidad. Y es, también, el escenario de múltiples problemas ambientales, sociales y productivos. El avance de la frontera agrícola con la promoción del monocultivo, desmontes, emisión de gases con efecto invernadero, degradación de los suelos, inundaciones y sequías, conflictos por la propiedad de la tierra, entre otros, genera litigios transfronterizos de muy compleja resolución.
«Cansados estamos de soportar persecuciones, amenazas, cárcel y tortura –enumeran Julio Jaimes y Verena Friesen, líderes de la ruralidad de Boquerón–; decidimos encarar una lucha conjunta y así, organizados, pondremos fin a tantas injusticias cometidas para arrebatarnos nuestras tierras de añares». Los dos dirigentes concientizaron a los lugareños acerca de la necesidad de hacer cumplir el Estatuto Agrario del Paraguay, «que es muy bueno, pero se lo viola permanentemente», sostienen los líderes. Y agregan: «Hay una fiebre ganadera en el Chaco Occidental. No queremos que nos pase lo mismo que en el oriente paraguayo, donde la soja arrasó con todo».
Por su parte, las comunidades aborígenes Nivaclé y los campesinos de la Línea 32 sufrieron tres meses de inundaciones. «Hemos perdido el trabajo de 30 años –se lamentaron– pero de acá no nos vamos. Mire la montaña de osamentas. ¡Ese era todo mi ganado!». Y auguran casi resignados: «Dicen que en 2014 el Pilcomayo estará más bravo. ¡Nos subiremos a los árboles!».
Para Luis María de la Cruz –especialista en el monitoreo del Pilcomayo–  en los últimos 5 años hubo un avance preocupante de los desmontes en la región. «Son varios los factores» –expresa de la Cruz–. En primer lugar, y como constante de toda la región, está la problemática vinculada con el negocio inmobiliario. En los últimos 5 años se demarcaron y desmontaron grandes extensiones, pero además se produjeron importantes cambios en la propiedad de la tierra. «Como una primera interpretación –señala el especialista–, podría decir que el proceso de pampeanización de los bosques chaqueños se está produciendo por intereses del capital financiero, a través de lo inmobiliario, antes que por intereses reales por producir alimentos. Los precios de los inmuebles rurales suben vertiginosamente en la medida en que las sinergias provocadas por los desmontes los aceleran».
Otro aspecto, dice de la Cruz, es la presencia de actores extraterritoriales –empresas– que intentan controlar la región ya sea para emplazar mercados ilegales de frontera –de maderas o droga– o bien para el control inmobiliario. «Con un modelo de propiedad privada, loteamientos y pampeanización, en una zona con una dinámica climática e hídrica tan ágil y desafiante –sostiene el especialista–, es muy difícil imaginar perspectivas de futuro para los originarios si no desarrollan estrategias territoriales colectivas para enfrentar a los nuevos –y poderosos– colonizadores».

—Texto y fotos: Bibiana Fulchieri

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