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Bolivia, fin de ciclo y marcha atrás

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Gustavo Veiga - Desde La Paz

Rodrigo Paz y Jorge Quiroga, candidatos de derecha, dirimirán en segunda vuelta al sucesor de Luis Arce. Crisis interna y estrategias fallidas, claves de la derrota del MAS, que deja el poder tras 20 años.

Ganador. Celebración de Paz, la gran sorpresa, quien competirá en el balotaje del próximo 19 de octubre.

Foto: Getty Images

Las elecciones en Bolivia, que ubicaron a dos candidatos de derecha en el balotaje, dejan como primera conclusión el final de un ciclo. La izquierda del Movimiento al Socialismo (MAS) perdió su hegemonía que contuvo cuatro mandatos consecutivos de Gobierno –20 años en el poder– y su líder histórico Evo Morales quedó desdibujado por convocar a un voto nulo que se comprobó equivocado. Rodrigo Paz, economista y exalcalde de Tarija dio la sorpresa silenciosa y se ubicó primero contradiciendo a todas las encuestas. Su rival el 19 de octubre será el expresidente Jorge «Tuto» Quiroga, un hombre que acompañó en su fórmula al dictador Hugo Banzer cuando se recicló en democracia allá por 1997 y lo sucedió cuando aquel se enfermó hasta su muerte en 2002. 

A la etapa política que se abre ahora le falta un paso electoral más. La segunda vuelta, a celebrarse el 19 de octubre. Paz, nacido en Santiago de Compostela, es hijo de Jaime Paz Zamora, uno de los cofundadores del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), que de exiliado en España y perseguido por la dictadura boliviana, devino en socialdemócrata moderado. Sin embargo, se alió al propio Banzer que intentó detenerlo sin éxito en los 70 y llegó a la presidencia con su apoyo en 1989. Rodrigo quizás siga sus pasos y repita la victoria electoral del padre 36 años después.

La diferencia sideral que sacó Paz en el departamento (equivalente a una provincia argentina) fue clave para ganar el primer turno. La Paz es por muy poco el segundo distrito electoral detrás de Santa Cruz. Aquí superó por 30 puntos de ventaja (46,96% a 16% y poco más) a sus rivales Quiroga y el empresario Samuel Doria Medina, que llegaron a la par; pero a nivel país, este último quedó tercero y perdió la chance –una vez más– de acceder al Poder Ejecutivo.

Paz también ganó por casi medio punto en Cochabamba, el tercer departamento de Bolivia. Y solo bajó al tercer puesto en Santa Cruz, en el oriente, donde se impuso con holgura Quiroga, aunque no con la diferencia que su rival para octubre había obtenido en La Paz. 

En carrera. Quiroga, un político de larga trayectoria, junto a sus simpatizantes en La Paz.

Foto: Getty Images

El no percibido ascenso en las encuestas del ganador, se debió según analistas locales al papel que jugó su compañero de fórmula. El joven policía Edman Lara, exonerado en 2024, hasta hace poco era un producto de las redes sociales donde explicaba sus pasadas denuncias de corrupción contra camaradas. Sumariado, la corrupta corporación policial lo despidió. 

Pero volvió en un santiamén transformado en posible vicepresidente si su fuerza política, el partido Demócrata Cristiano, llegara al poder. Una chance que creció desde el mismo día de la elección cuando Doria Medina anunció que apoyará la fórmula que integra con Paz. Su porcentaje del 20% que le dio el tercer puesto, será vital para superar a Quiroga.  

Otra explicación del desempeño electoral de los ganadores es que perforaron la base de apoyos al MAS. Captaron una parte de ese caudal arrollador con que el movimiento nacido en 1995 en Cochabamba ganó cuatro elecciones sucesivas en primera vuelta. La primera en 2005 con el 54% de los votos; pero no llegó a la quinta consecutiva que marcó su declinación definitiva este domingo 17. El llamado al voto nulo de Morales, más los que sacaron el senador Andrónico Rodríguez y el candidato del MAS oficialista, Eduardo del Castillo, sumaron todos juntos el 30,76%. Casi un 20% de ese porcentaje marcó el apoyo a Evo y su voluntad de repudiar la elección. 

Fue curioso escuchar al expresidente pedirles a los observadores de la OEA y la Unión Europea que intervinieran en estos comicios. Porque en 2019 legitimaron el golpe de Estado que lo derrocó y terminó con él en su exilio argentino. Los resultados fueron un golpe duro, aunque no demoledor, para el orgullo del histórico líder del movimiento cocalero y fundador del estado plurinacional. 

Cochabamba. Evo Morales emite su voto en un colegio electoral de la localidad Villa 14 de septiembre.

Foto: Getty Images

Fragmentaciones, costos y beneficios 
Su estrategia de anular el voto fue equivocada como se comprobó con el desenlace electoral consumado. Si hubiera apoyado a Rodríguez, el discípulo que entendió que este era su momento, entre los sufragios anulados y los que sacó el presidente del Senado, el MAS –sin contar al sector del presidente Luis Arce– llegaba a un 27,6% que superaba al 26,81% de «Tuto«»; pero no sucedió. Las peleas por egos, las diferencias de cómo continuar el proyecto de una fuerza electoral que se mostró hegemónica y además, la inocultable crisis económica, sellaron este fin de ciclo. 

La derecha, tan fragmentada como la izquierda, hizo el beneficio de inventario que ya la ubica con Paz o con Quiroga en un próximo Gobierno. Los dos políticos se diferencian solo por matices. El ganador dio un discurso moderado, conciliador, apenas supo de su victoria. Su rival bajó un tono a su agresiva campaña electoral donde anunció que mandaría a detener a Evo en El Chapare. En ese reducto se refugia desde que le cancelaron la posibilidad de presentarse a la elección y después de que se quedara sin el sello político que fundó en los años 90 por un fallo de la Justicia. 

Morales responsabilizó del quiebre del MAS a quien fue su ministro estrella durante la etapa del llamado milagro boliviano. Aquel período de crecimiento económico como nunca se dio en la historia de Bolivia. Un solo hecho simboliza el desarrollo alcanzado. El satélite Túpac Katari, pionero para el país, continúa operativo y en órbita. Fue lanzado en 2013 durante la segunda presidencia de Evo y su vida útil llegará a 15 años, por lo que se espera que siga funcionando hasta alrededor de 2028.

Bolivia, después de 20 años de desgaste del MAS en el poder –que incluyeron el golpe de Estado de 2019 y un intento fallido en 2024 contra Arce– eligió que la salida era hacia la derecha. El derrumbe del MAS no significa el fin para la combatividad de su base social, hoy golpeada por el resultado. El pueblo, sufrido y trabajador, quiere paz, pero no la paz del rebaño. Ese pueblo que se reconoce en las luchas históricas de sus 36 naciones indígenas, de sus mineros, campesinos y cocaleros pasó por las urnas, pero estará alerta por lo que vendrá. Sus futuros gobernantes deberán tomar nota de que no la tendrán fácil.

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