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Chile y el peso de una decisión

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Iván Gajardo Millas

En unos comicios con tres favoritos, la dirigente comunista y candidata del oficialismo, Jeanette Jara, enfrentará a los postulantes de derecha José Antonio Kast y Evelyn Matthei. Qué cartas juega cada uno.

Cara a cara. Alocución de Jara frente a la mirada de Kast, en el debate presidencial celebrado el 10 de septiembre.

Las próximas elecciones presidenciales, a celebrarse el 16 de noviembre, podrían marcar un punto de inflexión en Chile de acuerdo con las opciones políticas que se presentan. Se trata de unos comicios con fuerte impacto regional.

Entre los sectores progresistas, el tema recurrente es que el actual presidente, Gabriel Boric –el más joven de la historia de Chile, elegido con el mayor número de votos en la historia del país, y primer mandatario nacido después del golpe de Estado–, concluye su período dejando un cúmulo de oportunidades desperdiciadas y la decepción de muchos de sus votantes.

Los sectores conservadores ven en ese desencanto ciudadano, sumado al crecimiento de la ultraderecha en el mundo y al proceso político en la vecina Argentina, una oportunidad que les allana el camino. Sin embargo, algunos desajustes concluyeron en que sus cuatro candidatos no celebraran primarias y vayan por separado.

En comparación con varios de sus vecinos, Chile ostenta una economía estable y un sistema político sólido que, sin embargo, en los últimos años se ha visto sometido a varias turbulencias que sacuden sus cimientos, como el estallido social de 2019 que culminó en un proceso constitucional fallido, además del aumento en la tasa de homicidios y el auge del crimen organizado, lo que ha empinado a la seguridad y la inmigración como temas que acaparan la agenda de la campaña.

Mapa de postulantes
Ocho candidatos disputarán la presidencia: Jeannette Jara (Comunista), Evelyn Matthei (derecha tradicional), José Antonio Kast (extrema derecha), Johannes Kaiser (Libertario, extrema derecha), Franco Parisi (Partido de la Gente, derecha populista), Marco Enríquez-Ominami (independiente), Harold Mayne-Nicholls (independiente) y Eduardo Artés (independiente de izquierda).

Hace apenas un mes, todos los sondeos registran que solo tres de ellos, Jara, Matthei, Kast, mostraban carreras competitivas y con posibilidades de ganar o pasar a una segunda vuelta, pero en las últimas Kaiser irrumpió en la carrera, generando un triple empate de la derecha.

Jeannette Jara, ex ministra de Trabajo de Boric, es la candidata de Unidad por Chile, una coalición de centroizquierda respaldada por el Gobierno tras arrasar en las primarias, donde sacó el 60% de los votos.

Luego de una gestión ministerial bien valorada, Jara inició su campaña con la promesa de aumentar el salario mínimo, impulsar el empleo y diseñar un sistema tributario más progresivo, pero en el camino fue moderando los vectores centrales de ese discurso –especialmente la nacionalización del litio y la legalización del aborto–, atenta a la necesidad de atraer a los sectores más conservadores.

Kast, que se postula por tercera vez (la anterior perdió con Boric), también debió atenuar algunas posturas conservadoras radicales, como la prohibición total del aborto, aunque sostiene esa tesitura en los temas como el aumento del crimen organizado y la migración, y ofrece a sus adherentes, muy al estilo Donald Trump, la implementación de un «Plan Escudo Fronterizo», un muro de cinco metros de altura, zanjas de 3 metros de profundidad y el despliegue del Ejército en la frontera norte, foco de los flujos de inmigración ilegal.

Matthei, por su parte, hija del Fernando Matthei, uno de los generales que integró la junta de Gobierno durante la sangrienta dictadura de Augusto Pinochet, representa a la derecha chilena más tradicional. Al inicio de la campaña buscó negociar una coalición con Kast y con el candidato de extrema derecha Kaiser, líder del Partido Libertario local (el más cercano a Javier Milei), pero se negaron.

Aparte de estos candidatos más competitivos, los otros cuatro no registraron hasta la fecha más de 3 o 4 puntos de intención de voto según todos los sondeos. Por ahora los sondeos indican que la carrera parece definida entre Jara, Kast y Matthei. 

Se trata de las primeras elecciones con voto obligatorio tras el regreso de la democracia, y si ninguno obtiene la mayoría absoluta, como sugieren los sondeos previos, los dos primeros irán a una segunda vuelta el 14 de diciembre.

En carrera. Matthei, bien ubicada en los sondeos, representa a la derecha chilena más tradicional.

Punto de inflexión
Las elecciones trasandinas pondrán en juego la capacidad del futuro presidente de resolver de manera consistente algunos grandes dilemas que hoy marcan la vida cotidiana de los chilenos.

Entre ellos la seguridad, un tema que acumula crecientes demandas de respuestas frente al crimen organizado, el narcotráfico y la violencia barrial. También la migración, que el bombardeo mediático y la tuitósfera vinculan fuertemente al anterior (la seguridad) y que en los últimos años se ubica entre las principales preocupaciones de los chilenos, hasta el punto de que el candidato Parisi incluyó entre sus propuestas la instalación de minas antipersonales en las fronteras norte del país para resolverlo.

La corrupción también integra esa lista y se erige como un tema que preocupa a una sociedad hasta hace poco autopercibida como ajena a ese fenómeno, o al menos relativamente distante, y ahora la empieza a sentir como otra amenaza que corroe las bases de su democracia. 

Por último –vinculado a este punto–, la eficacia del Estado y la urgencia de transformar un aparato público burocrático lento que mina la confianza de los chilenos en lo público y abre el espacio a discursos privatizadores que solo profundizan las desigualdades.

En debate
Estos temas fueron precisamente los que acapararon el primer debate televisivo entre los ocho candidatos realizado el 10 de septiembre, un encuentro de pura «videopolítica», diría Giovani Sartori, y formateado para que sus fragmentos sean reproducidos ad infinitum en TikTok e Instagram, con imágenes rápidas y sonrisas de triunfo que reemplazaron los argumentos.

El gran ausente en esa ocasión y también de los programas de los candidatos fue el tema medioambiental, incluso dentro del progresismo, lo que hizo saltar las alarmas de los colectivos que centran su militancia en esta temática y observan con preocupación cómo crece el discurso de la «permisología», que critica la acumulación de trámites y regulaciones administrativas para desarrollar proyectos en sectores como la minería, energía, infraestructura e inmobiliario.

El debate, que contó con un alto rating, dio cuenta de un mapa de problemas que ilustran los desafíos que enfrentará el próximo mandatario y que probablemente marcarán un punto de inflexión –para bien o para mal– del denominado «modelo chileno», que por tantos años la derecha buscó exportar como fórmula a seguir.

Según el sociólogo y académico Alberto Mayol, una de las voces más consultadas sobre encuestas y encuadres de campaña en el país vecino, existe en Chile «un segmento de altísima volatilidad que paradójicamente está en el centro político, pero no encuentra respuesta en ese centro», y que podría tanto votar por la derecha como por la centroizquierda. Mayol estima que Jara va a ser capaz de abrir un espacio en ese centro político, y que «si lo administra bien, podría crecer y ser plenamente competitiva contra Kast», aunque esa competitividad se diluiría en un eventual balotaje contra Matthei.

Las cartas están echadas.

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