26 de octubre de 2016
El último debate entre Hillary Clinton y Donald Trump reflejó cuán importante es la situación en Irak y Siria para los Estados Unidos. Allí salieron a la luz algunas diferencias entre los postulantes sobre lo que sucedió hasta ahora y las tácticas a implementar para destruir a Estado Islámico que controla amplias regiones en los dos países.
Llama la atención que hablaban de la intervención en Irak y Siria como si se tratara de un territorio propio o tuvieran un mandato de Naciones Unidas para enviar tropas y bombardear.
Es más, Clinton dijo con absoluta naturalidad «pienso que podemos tomar otra vez Mosul y luego podremos movernos a Siria y tomar nuevamente Raqa». Y lo dijo como si fueran dos ciudades estadounidenses en las cuales hay que enviar tropas federales para sofocar una revuelta local.
Hillary le reprocha a Trump por no reconocer ahora que en su momento apoyó la invasión a Irak en 2003 como ella sí lo hizo; aunque omitió decir que en aquel tiempo Barack Obama se opuso porque sostenía que Saddam Hussein no era una amenaza directa ni a Estados Unidos ni a sus vecinos.
Es interesante también que Clinton utiliza la palabra «invasión» reconociendo que hubo una invasión de un territorio extranjero, pero en ningún momento la relaciona con el surgimiento del Estado Islámico, que no existía en Irak antes del derrocamiento de Hussein y que de allí luego se expandió a Siria.
El moderador acertó al preguntar qué pasaría el día después si se lograba expulsar a los combatientes de Estado Islámico de Mosul.
Por lo sucedido tras la invasión de 2003 que dejó un país en ruinas y por el debate entre los candidatos, ni republicanos ni demócratas tienen la respuesta. Pero ambos parecen decididos a seguir jugando con fuego.