15 de enero de 2014
El escándalo de Michel Petite reveló el poder de las grandes empresas para influenciar a las instituciones del bloque europeo. El abogado francés, funcionario desde los inicios de la unificación económica, fue denunciado el año pasado por su doble rol: presidente del Comité Ético de la UE y lobista de Phillips Morris. Su ratificación al frente del organismo agravó la denuncia de los eurodiputados verdes José Bové y Bart Staes. Petite representa el «acceso privilegiado y la influencia que gozan los corporativos y sus grupos en la toma de decisiones de las instituciones de la UE», indicó el Observatorio Europeo de Corporaciones. El poder de las tabacaleras en el viejo continente quedó expuesto ya en 2012 con el dalligate, cuando el ex comisario de Salud y Consumo, el maltés John Dalli, renunció una semana antes de presentar una propuesta con duras restricciones para esa industria.