13 de octubre de 2016
De pie. Manifestación estudiantil en la Universidad de Fort Hare. (Stringer/AFP/Dachary)
Las protestas de miles de estudiantes negros, alineados con la campaña denominada «las cuotas deben caer», pusieron en jaque a las universidades de Sudáfrica. La pelea contra los aranceles se extendió en todo el país y en los últimos días causó una brutal represión en los campus de Johannesburgo y Grahamstown.
Ambas manifestaciones habían ocurrido luego de que el gobierno delegara a cada casa de estudios la decisión de cuánto subirá la matrícula el próximo año. Si bien se aclaró que no aplicaría para hijos de familias pobres, las autoridades insisten con una política que fue rechazado en 2015 y siguen sin admitir las prácticas elitistas de varios rectorados. Aubrey Matshiqui, reconocido intelectual de izquierda y actual investigador de la Fundación Hellen Suzman, publicó un artículo en el diario Business Day en el que resumió la situación así: «Esta campaña no se trata de tasas universitarias o educación gratuita. Se trata de lo que una sociedad civilizada debe ser y de lo que no hemos conseguido debido a la barbarie del colonialismo y del apartheid». En el texto sostuvo que «nuestras universidades están cosechando el torbellino de esa ingeniería social y económica. Una de las tragedias del regreso a la democracia en 1994 es que ese núcleo se mantuvo intacto».