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Un sucesor para Petro

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Pablo Uncos

Iván Cepeda será el candidato del oficialismo para las presidenciales en Colombia. La lucha por la justicia y por la paz, principales credenciales del actual senador. La polarización con la derecha.

Bogotá. Vencedor de la consulta interna de Pacto Histórico, Cepeda apuesta a un debate de ideas de cara a los comicios del año próximo.

Foto: Getty Images

Gustavo Petro, actual presidente de Colombia, ya tiene su delfín. El gobernante Pacto Histórico definió a través de una consulta interna que el senador Iván Cepeda Castro (63) será su candidato para las presidenciales de 2026. Tras obtener el 65% de los 2,7 millones de votos, Cepeda anunció, con su característico estilo aplomado, que no participará de «insultos, calumnias ni amenazas» y propuso a los precandidatos de la derecha un «debate de ideas». Con su plan de gobierno denominado «Tres revoluciones para una Colombia potencia mundial de la vida» tratará de bajarle la temperatura a las campañas polarizantes de los últimos tiempos. Hijo de un senador asesinado por el paramilitarismo, defensor de derechos humanos y mediador en diálogos de paz con las guerrillas de las FARC y el ELN, Cepeda tendrá el reto darle continuidad al primer Gobierno de izquierdas en más de 215 años de historia independiente. 

Con Iván Cepeda Castro el progresismo apuesta por un cambio en la continuidad. El oficialismo acusa desgaste, pero la oposición está dividida y todavía sin una figura fuerte. Ningún precandidato supera el 15% de intención de voto.


Heridas de guerra
Al igual que millones de colombianos, la familia Cepeda es víctima del conflicto armado. En 1962 el matrimonio formado por los dirigentes comunistas Manuel Cepeda Vargas y Yira Castro tuvo su primer hijo, Iván, en un país azotado por la represión estatal. Tres años después, producto de la persecución, los Cepeda se exiliaron, primero en Checoslovaquia y luego en Cuba. En 1970 regresaron a Colombia. La adolescencia de Iván Cepeda Castro combinó militancia en la «Juco» (Juventud Comunista) y estudios de filosofía en Bulgaria. 

Hacia 1984, un acuerdo de paz entre el Gobierno conservador de Belisario Betancur (1982-1986) y las FARC abrió la posibilidad de que campesinos guerrilleros desmovilizados y cuadros citadinos del PC confluyeran en el partido político Unión Patriótica (UP). Entre ellos estaba el papá de Iván. Para 1994, Manuel Cepeda Vargas ejercía simultáneamente los cargos de secretario general del PC y senador de la república por la UP; pero en agosto de ese año, paramilitares lo asesinaron mientras se dirigía al Congreso. Minutos después, Iván arribó al lugar del hecho y, con voz entrecortada, pero serena, declaró ante los medios: «Yo le pido al país, al presidente Ernesto Samper, a quienes tienen que ver con la Justicia en Colombia, que hagan algo en contra de esta ofensiva contra los dirigentes de izquierda, y que no quede este crimen impune, como el de tantos hombres justos y valientes». Se refería al asesinato de miles de cuadros de la UP en manos del paramilitarismo. 


Batallas por la justicia
Iván Cepeda Castro inició su militancia en defensa de los derechos humanos al día siguiente del magnicidio de su padre: primero creó, junto con su esposa, Claudia Girón, la «Fundación Manuel Cepeda» con el objeto de esclarecer el crimen. Recibió nuevas amenazas y, en 2000, se exilió en Francia donde obtuvo un magíster en derechos humanos en la Universidad de Lyon. 

Expresidente. Uribe frente a la prensa, tras declarar en la causa judicial en su contra, en mayo de 2025.

Foto: Getty Images

De vuelta en Colombia, en 2005 participó junto con otros activistas y organizaciones en la creación del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice). En 2010, un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) condenó al Estado colombiano como responsable del asesinato de su padre. Ese mismo año inició su carrera política. Ingresó al partido Polo Democrático Alternativo y obtuvo una banca como diputado (2010-2014). Luego fue electo como senador para los períodos 2014-2018, 2018-2022 y 2022-2026. Desde entonces cumplió un papel destacado como mediador entre el Gobierno de Juan Manuel Santos (2012-2018) y las FARC, y entre el actual Gobierno de Gustavo Petro y las guerrillas del ELN. 

En 2016, en diálogo exclusivo con Acción, Cepeda narró las enseñanzas de su trabajo con víctimas: «El acompañamiento psicológico y la reparación simbólica con justicia y verdad son esenciales; pero el ámbito donde las víctimas logran mayor resarcimiento es a través del ejercicio pleno de sus derechos ciudadanos. Quienes asesinaron a mi padre pretendían despojarlo de su investidura política, y dejar a todo un espectro político sin la representación que había ganado en las urnas. De modo que, al ocupar yo el espacio que ocupó mi padre, recuperamos una vocería política producto de una lucha muy dura».

El 30 de enero de 2023, Cepeda obtuvo su mayor logro cuando la Corte IDH condenó al Estado colombiano como responsable del «exterminio de la UP». Según el fallo, 6.000 integrantes de ese partido sufrieron graves violaciones a sus derechos humanos.


Enemigo número uno del uribismo 
En julio de este año, la vida de Iván Cepeda dio un nuevo giro. Luego un largo proceso judicial consiguió que la justicia condenara al expresidente Álvaro Uribe Vélez a la pena 12 años por soborno de testigos y fraude procesal. Tres meses después, un tribunal de segunda instancia revocó la sentencia. Sin embargo, Cepeda se convirtió en el principal enemigo del uribismo. Ahora el encono crece con su postulación a presidente. 

El Pacto Histórico sumará adhesiones el año que viene cuando se coaligue en un «Frente Amplio» con otras agrupaciones de izquierdas y progresistas que designará candidato único a través de una interna interpartidaria. La derecha hará lo mismo para superar su propia fragmentación. Para entonces Cepeda deberá sortear un nuevo escollo: conservar su templanza en un país extremadamente polarizado y con una derecha virulenta que ya lo tildó de «plaga a destruir», «corrupto peligroso» y «amenaza narco para Colombia». El panorama está abierto y hay mucho en juego. Lo sabe Cepeda.

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