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El largo camino hacia octubre

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Ricardo Gotta

Favorito en las encuestas, el Frente Amplio definirá en internas a su candidato para competir contra la derecha unida. Lacalle Pou, un balance de Gobierno. Claves de una campaña embarrada.

Yamandú Orsi. El intendente de Canelones y postulante a la presidencia por el FA, en un acto con vecinos, el 9 de mayo.

Foto: @OrsiYamandu

«El termómetro de la política uruguaya lo tenés en la avenida». Un avezado periodista oriental se refiere, claro, a la mítica 18 de Julio, que atraviesa el corazón de Montevideo. Falta poco para el 30 de junio, cuando se realizarán las elecciones internas partidarias. Y un poco más para el 27 de octubre, cuando llegarán las nacionales. El futuro presidente asumirá el 1 de marzo de 2025. ¿Volverá el Frente Amplio, primero en las encuestas, al poder? ¿La derecha perderá el gobierno que tanto le costó recuperar?
En cada esquina, cada cartel, cada charla de café, en cada disputa se eleva la temperatura en tono oriental. «Las internas son distintas a las PASO. No son obligatorias, vota apenas el 50% de la población, no prefigura el resultado de octubre. Otra diferencia con Argentina es que también se elige todo el Parlamento por cinco años (en Uruguay no hay elecciones de medio término). Y en mayo del 2025 tendremos las departamentales. Si hubiera balotaje, las cuatro elecciones están unidas en un largo proceso. Ya estamos en modo electoral», explica a Acción el politólogo Daniel Chasquetti.
Un país tan previsible como pasional, también en lo político, ahora sorprendido por una campaña que ya transitó por el lodo: el candidato que mejor mide, Yamandú Orsi (Frente Amplio), fue involucrado en una trama de sexo y violencia con dos travestis (militantes marginales del Partido Nacional) que luego se desdijeron: adujeron promesas de dinero y de cargos. En el medio, un aguacero de trolls en las redes sociales para amplificar esa denuncia en clave de escándalo. «Se embarró la cancha, lo poco de campaña clásica quedó postergado. Es significativo: se sigue por ese camino de acá a octubre o se va por la tradición de que en Uruguay se debate en términos constitucionales. Fue triste no escapar a esa tendencia que parece darse en muchos países», señala el periodista uruguayo Lucas Silva, consultado por Acción.

De plebiscito en plebiscito
El intendente de Canelones (2° distrito en población) renunció para encarar la campaña: Yamandú Ramón Antonio Orsi Martínez (56), hijo de campesino y costurera, referente del MMP (Movimiento de Participación Popular) liderado por el expresidente José «Pepe» Mujica. Su contrincante en la interna es Ana Carolina Cosse Garrido (62), intendenta de Montevideo, donde vive un tercio de los 3,4 millones del país. Ingeniera y política, hija de Villanueva, afamado director de teatro y escritor, está segunda en las preferencias. Orsi camina firme: cosecha un 54% de proyección ante el 38% de Cosse y 5% de Andrés Lima (50), intendente de Salto. «Orsi y Cosse son personas de gestión, pero con perfiles diferenciados claramente: alguien que abre la cancha contra un perfil más duro», dice Gonzalo Giuria, uno de los editores del colectivo periodístico La Diaria, a Acción.
En tanto, la central obrera PIT-CNT levanta una bandera que irrita a los candidatos: un plebiscito (a la par de las presidenciales) para barrer con la Ley de Seguridad Social, herramienta esencial para el Gobierno actual y para el candidato de derecha que surja de las primarias. Como en el país no está permitida la reelección, el favorito en las internas es Delgado, del Partido Nacional al que pertenece el actual presidente Luis Lacalle Pou. 
Uruguay tiene amplia tradición en consultas populares vinculantes; de hecho, en 2022, por escaso margen, el Gobierno logró validar la Ley de Urgente Consideración (LUC), antecedente de la de Bases argentina, con 502 artículos, aprobada en plena pandemia. Subido a ese éxito, en 2023 Lacalle Pou avanzó en un sistema jubilatorio semiprivado: ahora el PIT-CNT promueve reemplazarlo por otro, solidario y popular, que no solo exaspera a la derecha sino al propio FA: parte de sus dirigentes lo ven inviable en caso de acceder al Gobierno. Un dato: históricamente Uruguay tuvo una clase media que rondaba el 60% de su población.

Lacalle Pou. Mensaje del mandatario en su último año de Gobierno.

Foto: NA

Proyecciones
Lacalle Pou, de 50 años, con un apellido de peso e impensada muñeca política logró llegar al poder tras tres gobiernos del FA. En 2019 lideró un acuerdo de cinco partidos de derecha al cerrar filas su partido (Nacional) con los Colorados; la impronta reaccionaria de Cabildo Abierto (su líder es el exjefe del ejército Guido Manini Ríos) y dos sellos liberales (Independiente y de la Gente). El ecléctico entente Multicolor le ganó al FA por 35.000 votos sobre un total de 2,5 millones. Conducen 12 de los 15 municipios (uno colorado), pero el FA conduce tres clave, dos de ellos los más grandes, Montevideo y Canelones.
El Gobierno de Lacalle enfrentó sus chispazos internos y también la pandemia, la sequía, la inseguridad y casos de corrupción. Entre esto último, Alejandro Astesiano (entonces jefe de la custodia presidencial relacionado con una red de falsificación de pasaportes) y Sebastián Marset, capo narco al que le dieron un pasaporte oficial. Ambas causas tendrían novedades antes de las elecciones. Otro escándalo: la mujer del aliado Manini, Irene Moreira, se eyectó del Ministerio de Vivienda por irregularidades en las asignaciones.
Al oficialismo tampoco le fue bien otros aspectos. Alto nivel de inversiones extranjeras a favor del atraso cambiario; el combustible a dos dólares, precios imposibles para el turismo regional dan cuenta de una situación económica compleja. A lo que se suma la sequía del 2023 que frenó el crecimiento a un 0,4%. De todos modos, sondeos de FACTUM y Usina de Percepción Ciudadana arrojan que para casi la mitad de la población la seguridad es la preocupación clave, por sobre otros tema como economía y educación.
«Es el principal tema porque en realidad Lacalle consiguió bajar muchos indicadores (hurtos, rapiñas), pero no la tasa de homicidios, muy alta, fuertemente empujada por luchas territoriales entre bandas vinculadas al narcotráfico. Uruguay es un país de tránsito de droga hacia Europa; el puerto de Montevideo es un colador. También un país donde se acopia: productores rurales entran en ese negocio», detalla Chasquetti.
El Partido Nacional, no obstante, mantiene el 30% tradicional de intención de voto. Su interna está clara: Delgado (55), veterinario, histórica mano derecha de Lacalle Pou, es ampliamente favorito por sobre María Laura Raffo (51), economista, ligada a sectores más liberales. Se descuenta que las otras agrupaciones se encolumnarán tras Delgado, aunque la experiencia de cinco años de gobierno hayan dejado heridas. Como con Manini, quien logró agrupar la reacción conservadora, pero fue muy criticado por aferrarse a los cargos igual que la política tradicional que denostaba.
Del mismo modo, las izquierdas más radicales seguirán al FA, aún cuando se sientan cada vez menos contenidas.
Orsi aseguró que no cree que en Uruguay sea posible un fenómeno libertario. Pero sí existe un flamante Partido Libertario: su líder, Nelson Petkovich Coll, abogado sin la excentricidad de Milei, asume el mismo discurso. Así, criticó con furia a Lacalle tras su participación en la cena de la porteña Fundación Libertad cuando explicó las bondades de un «Estado fuerte»: «Algunos hablan del Estado haciendo piecito, nosotros hablamos de sacarlo del medio».
Se percibe, entonces, que habrá una compulsa Orsi-Delgado, con una proyección que ubica al candidato del FA unos 8 puntos arriba de su rival. Por eso, la derecha pugna por Cosse como una adversaria que ofrecería más paridad. Aunque aún reste un largo camino hasta octubre.

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