Mundo | PERFIL DE CARLOS III

El monarca tardío

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Ricardo Gotta

Esperó 70 años para ser rey. Sin el aura de su madre, tiene la misión de administrar la Corona apartado de los escándalos en un Reino Unido en decadencia.

Familia Real. Charles Philip Arthur George Mountbatten-Windsor, el sucesor de Isabel II, quien falleció el 8 de septiembre de 2022.

Foto: Shutterstock

«Dios salve al rey», resuena el grito en la abadía de Westminster, como en cada ceremonia desde 1066, cuando fue ungido Guillermo el Conquistador. Su majestad apoyó su mano sobre el Santo Evangelio y juró, con la corona de San Eduardo en su cuerpo. Charles Philip Arthur George Mountbatten-Windsor, ya coronado como Carlos III y de regreso al palacio de Buckingham en compañía de la reina consorte, su esposa, Camila, comienza una nueva etapa para la familia real. Es el nuevo rey del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y de otros 13 países del Commonwealth (2.400 millones de personas de 56 naciones, muchas en camino de emancipación). Sigue siendo, además, conde de Chester, duque de Cornualles, duque de Rothesay, conde de Carrick, barón de Renfrew, señor de las Islas y príncipe y gran mayordomo de Escocia.
Estuvo largo tiempo en el banco de suplentes mirando el partido que algún día jugaría, al fin, a los 74 años, a 240 días de la muerte de Isabel II, reina durante 70 años y 214 días. Tal vez Charles ni recuerde ese 6 de febrero de 1952, cuando junto a su madre recién ungida, de la mano de su hermana menor, Anne Elizabeth, se asomó a un balcón de Buckingham haciendo puchero. Había nacido en el palacio solo tres años antes.

Obsesivo y quisquilloso
Cinco años después lo nombraban príncipe de Gales (el 21°) y conde de Chester. Recién al cumplir los 21 fue investido durante una ceremonia en el castillo de Caernavon, con su impresionante Torre Negra. Paradójicamente, no es ninguna de sus residencias oficiales: el Clarence House, el Castillo de Windsor, el de Balmoral, Sandringham House o el Palacio de Holyrood. Un bulín no le falta al «monarca heredero» más longevo de Gran Bretaña, el primero con título universitario (Cambridge), quien sirvió en la Royal Navy (1971/76) y habla inglés, francés, alemán y galés; le gusta el polo, esquiar, pescar y cazar; tocó la trompeta, el violonchelo y la guitarra. Aficionado a la jardinería y la pintura, a la filosofía y la poesía. Condujo el cazaminas HMS Bronington y es piloto de helicópteros: lo critican por usarlos mientras da «lecciones sobre cambio climático».
Desciende del rumano Vlad Tsepesh el Empalador, conde de Transilvania (siglo XV), «el Conde Drácula» que inspiró a Bram Stoker a escribir la novela del vampiro en 1897. «Irritable, veleidoso y antojadizo, maniático y excéntrico», lo calificó Paul Burrell, exmayordomo de Lady Di. Enfurece si no planchan su pijama y los cordones de sus zapatos, cada mañana; si en la bañera el «tapón real» no apunta hacia la puerta; si su cepillo de dientes no tiene una pulgada exacta de pasta. En cada viaje transportan su cama, su inodoro y su caja real de desayuno con seis tipos de miel. Los siete huevos que le sirven con el té son hervidos siete minutos precisos. Las verduras son cocinadas con agua mineral de su fundación; su ginebra de naranja y ciruela es de fruta cultivada en Highgrove. Según el biógrafo Anthony Holden padece trastornos obsesivos compulsivos. Hizo zozobrar el protocolo en su asunción al paralizarse ante la bandeja de bolígrafos, unos centímetros corrida del sitio establecido.

Todo terreno
En 2003 le envió una carísima botella de whisky escocés de regalo al cantante Ozzy Osbourne, quien estaba en plena recuperación de alcoholismo.
Un rey del que esperan no se inmiscuya en cuestiones políticas trascendentes. Sí que opine sobre medioambiente y reciclado de desechos, cuestión por la que lo admiran sus hijos William y Harry. Pasó el tiempo pero en sus biografías se recuerda cuando lo ridiculizaron al hacer instalar en 1980 el primer residuo de botellas en el Palacio de Buckingham. En 1990, al mudarse a Highgrove, instaló una granja que provee a su marca orgánica, Duchy Originals, de unos 200 productos sostenibles: alimentos como muebles o hierbas homeopáticas. Fomenta cierta medicina alternativa aunque luego se atienda por métodos tradicionales. La sinusitis que padece desde niño a veces lo hace dormir en carpas de oxígeno. 
También permitirán que hable de arquitectura: denostará las modernas torres y ponderará Poundbury, la peculiar ciudad sin señales de tráfico ni antenas, que fundó en terrenos de la corona, al oeste de Dorchester. ¿Otro capricho de millonario? Allí viven 1.500 ingleses en edificios de estilo victoriano, georgiano o neoclásico. A veces, va hasta allí, se sube a una bicicleta, le sacan la foto de rigor y regresa al palacio. El Aston Martin que conduce, regalo de mamá al cumplir los 21, fue adaptado para biocombustible elaborado con vino inglés. Otros de los autos de su flota, funciona con diésel hecho de aceite de cocina usado.
Una vez escribió un libro para su hermano menor, el príncipe Eduardo, El viejo de Lochnagar, sobre un anciano que vive en una cueva de montaña, en Balmoral. Se convirtió en film (The Legend of Lochnagar) tras publicarlo en 1980 para The Prince’s Trust, la entidad caritativa «destinada a personas jóvenes desfavorecidas» que fundó con su indemnización por despido de la Royal Navy. También patrocina a otras 400. Por caso, preside el Royal Shakespeare Company con recursos del Estado. La realeza no aporta un solo billete de su fortuna de 42.000 millones de dólares en fideicomisos (inversiones, palacios, joyas, arte) ahora bajo la supervisión de Carlos, quien a su vez heredó 500 millones de dólares en tierras, fincas, joyas, cuadros y otros bienes.
Sus biógrafos aseguran que solo una vez se rebeló ante el príncipe Philip, hace medio siglo. Le dijo: «Recuerda que le hablas a un futuro rey».

Ser o no ser 
Tenía la opción de usar sus otros tres nombres: Felipe, Arturo y Jorge. Pero eligió Carlos.
Carlos III: el I, de Inglaterra y Escocia (Stewart), absolutista, hijo de Jacobo I, acabó decapitado en Whitehall, en 1649, en la asonada de Oliver Cromwell, que creó la República. Uno de sus nueve hijos fue II: debió aguardar (menos que el III) una muerte (la de Cromwell); fue el “monarca alegre» que murió por un ACV en 1685, a los 54, dejando decenas de hijos bastardos y de amantes, pero ningún heredero directo. Aunque Diana descendía de dos de ellos: el duque de Grafton y el de Richmond (también ascendiente indirecto de Camila). William, primero en la línea sucesoria, sería el primer descendiente de los tres Carlos…
La gran incógnita: ¿Cómo evolucionará la monarquía? Una institución que se alimentó con símbolos heroicos que marcaron el reinado de Isabel: por caso, su papel en la II Guerra. Además, durante ese lapso, se terminó de desmantelar el imperio británico. Ella atravesó la crisis de Suez que los historiadores marcan como el principio del fin.
Pero ese legado es intransferible. Carlos no tiene en absoluto el aura de su madre y, además, carga con buena parte de los escándalos de los últimos lustros que erosionaron la monarquía. Como si fuera poco, coincide con la seria crisis del conservadurismo inglés, tal vez su final de ciclo, con Rishi Sunak conduciendo el naufragio producto de los desaguisados de sus antecesores.

Sucesiones
Su madre se formó discutiendo con Winston Churchill, desde muy joven. Él, a los 75, lo hace tomando el té con Sunak. Con Liz Truss apenas tuvo un par de encuentros: en su corto reinado ya lidió con dos primeros ministros, símbolo de la crisis política británica.
Su coronación ocurre cuando el 78% de los mayores de 75 años apoyan a la monarquía, pero la cifra decae a menos del 30% de quienes van entre 18 y 24. La imagen personal del rey es aún más baja. The Guardian insiste: mucha gente lo ve «alejado de la realidad» respecto de la riqueza real en medio de la crisis económica de país.
¿Cuánto durará su mandato? A los recurrentes rumores sobre su desapego por las labores del poder se suma un posteo de tres meses antes de la muerte de Isabel que auguró su partida para el 8 de septiembre y concluyó que la fecha del deceso de Carlos será el 28 de marzo de 2026. William es el heredero del principado de Gales y, tal vez, el futuro monarca. «Criado para ser más funcional aún que el padre. Cuidado para que no caiga ni en sus entretelones sentimentales ni en los escándalos mediáticos de otros integrantes de la familia. Un príncipe que, al fin, no cause problemas. Aunque sea más decorativo, que salga menos en los tabloides. Aplican el manual de la monarquía», aseguran.
Carlos III ahora carga la testa de esa corona de San Eduardo, de 2,07 kilos de oro macizo con incrustaciones de rubíes, amatistas y zafiros, adornada con un casquete de terciopelo púrpura ribeteado con una banda de armiño. Fue fabricada en 1661 en reemplazo de la que usó el luego decapitado Carlos I, fundida cuando una asonada abolió la monarquía. 

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