14 de abril de 2024
La ofensiva iraní contra Israel provocó un cimbronazo en una región ya altamente convulsionada. Llamados al diálogo y a la diplomacia. El riesgo de un conflicto global.
Defensa. El sistema antimisiles de Israel interceptó la mayoría de los drones lanzados por Irán.
Foto: NA
El último capítulo de la ya vieja disputa geopolítica entre Irán e Israel, las dos potencias regionales con mayor poder de fuego en Oriente Medio, encendió las alarmas a nivel internacional. Tras dos semanas de declaraciones incendiarias, y en un contexto de extrema tensión, las advertencias de la república islámica se hicieron realidad: en la noche del sábado, el régimen iraní lanzó un inédito ataque con más de 200 drones y misiles que fueron neutralizados casi en su totalidad por la famosa Cúpula de Hierro israelí y la ayuda militar de algunos de sus socios, como Estados Unidos y el Reino Unido.
La ofensiva no produjo muertos. Al cierre de esta nota solo se contabilizaba una niña herida en el sur de Israel, perteneciente a una de las comunidades más marginadas del país, los beduinos. Además, una base militar de esa misma región sufrió daños leves. Lo que no pudo evitar el sistema de defensa israelí fue el pánico que se desató en la población: cientos de personas se refugiaron en búnkeres y muchas debieron ser hospitalizadas por cuadros agudos de ansiedad, mientras sonaban las típicas sirenas de alerta y en el cielo se escuchaban explosiones. Una escena de terror que ya se volvió parte del paisaje habitual en ese convulsionado territorio.
Desde el Gobierno iraní aseguraron que la ofensiva se produjo como respuesta a «los numerosos crímenes israelíes» de los últimos tiempos, incluido el ataque al consulado que la república islámica tiene en Damasco, capital siria, que ocasionó la muerte de siete miembros de la Guardia Revolucionaria, entre ellos su comandante, el general Mohammad Reza Zahedi. En ese momento, el líder supremo iraní, Alí Jamenei, defendió el derecho a la legítima defensa de su país y lanzó: «El maligno régimen sionista será castigado». El propio Joseph Biden, presidente de Estados Unidos, había advertido que la respuesta iraní llegaría «más temprano que tarde».
Repercusiones
Las reacciones internacionales no se hicieron esperar. Desde América Latina, varios Gobiernos, como los de México y Brasil, apelaron una vez más a la diplomacia y la paz para la resolución de los conflictos, con la inevitable excepción del argentino, que solo manifestó su «compromiso inclaudicable» con el Estado de Israel y prometió estar «a su lado frente a quienes pretenden su exterminio». La gran mayoría de los países europeos condenaron el ataque iraní y llamaron al diálogo y la moderación. Lo mismo hizo Estados Unidos, recordando su compromiso con la seguridad y la defensa del Estado israelí. Del otro lado de la grieta internacional, Rusia defendió el «legítimo derecho a la defensa» de Irán. China, por su parte, instó a la diplomacia, pero también apuntó que el ataque de Irán contra Israel constituyó «la última manifestación del desbordamiento del conflicto en Gaza».
Efectivamente, del análisis no puede escapar a lo que está sucediendo en la Franja de Gaza, donde en solo unos meses de ofensiva israelí ya murieron más de 30.000 personas –en su gran mayoría civiles–, hay 7.000 desaparecidos y el territorio se convirtió en un verdadero «cementerio de niños», según la ONU, mientras Amnistía Internacional denuncia crímenes de guerra y advierte sobre el riesgo de que se cometa un genocidio contra la población palestina. En ese sentido, Rusia indicó que «las numerosas crisis sin resolver en Oriente Próximo, principalmente en la zona de conflicto palestino-israelí, alimentadas por acciones provocativas irresponsables», son las que están conduciendo «a un aumento de la tensión» en la región.
Esa escalada provocó que muchos analistas empiecen a hablar del inicio de una inevitable «tercera guerra mundial». Lo cierto es que la posibilidad de que el conflicto pase de una escala regional a una global depende mucho de cómo actúen Israel, Irán y sus respectivos aliados. Tras el ataque, la república islámica dijo que el tema estaba «concluido». Sin embargo, al cierre de este artículo, el gabinete de guerra de Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí, se encontraba reunido para debatir cómo proceder. Según informó NBC News, desde la Casa Blanca pedían moderación, ya que muchos funcionarios temían que Israel pudiera «hacer algo sin pensar en las posibles consecuencias». Una respuesta de ese tipo podría echar aún más leña al fuego, sobre todo si se tiene en cuenta que Irán ya avisó que, en caso de represalias, lanzará un ataque «más contundente» que el del sábado. Y advirtió, también, que si Estados Unidos respalda alguna acción militar israelí, las bases estadounidenses podrían convertirse en objetivo de sus misiles. Algo que anularía toda posible solución diplomática y abriría la puerta a una guerra total.
La principal preocupación en Washington es que Netanyahu, jaqueado por manifestaciones en su contra y pedidos de destitución, pretenda sostener su postura guerrera para capitalizarla políticamente a nivel interno, evitando el colapso de su coalición y el llamado a nuevas elecciones. Una lectura que comparte el profesor Sultan Barakat, politólogo y columnista de Al Jazzera, quien consideró que el primer ministro israelí busca mantener el clima de caos en la región para extender el estado de guerra y las reglas de emergencia que lo mantienen en el poder. También apuntó que, en este contexto, podrá atenuar cualquier tipo de crítica –interna o externa– por la actuación de Israel en Gaza, al tiempo que probablemente se acelerará la entrega de armamento prometido por Biden.
Sin embargo, fuentes de la Casa Blanca consultadas por The New York Times aseguraron que «la respuesta de Israel sería coordinada con sus aliados». Por lo pronto, hoy también se reunirá de urgencia el Consejo de Seguridad de la ONU, con el fin de analizar la situación y los pasos a seguir. Un puñado de países mantiene en vilo al mundo entero.