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Fractura en Syriza

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Las negociaciones llevadas adelante por el Gobierno de Alexis Tsipras en Grecia tuvieron varios finales inesperados y dramáticos. Una semana después del referendo donde la mayoría de los griegos le dijo NO a las imposiciones de la Unión Europea y los organismos internacionales, Tsipras terminó por firmar un acuerdo con exigencias que venía rechazando. Varios problemas afloraron a raíz de la nueva situación; entre otros, tal vez el más grave a nivel interno, es que Syriza se fracturó. La «coalición de izquierda radical» se formó en un largo proceso de unificación de diferentes grupos de izquierda, muchos de ellos surgidos del Partido Comunista que sufrió divisiones en los últimos 40 años. Más allá de que algunas corrientes minoritarias planteaban la necesidad de abandonar la moneda única, la mayoría dentro de Syriza siempre dijo que su intención era quedarse dentro del euro. La oposición intentó sin éxito infundirle miedo a la población al señalar que un triunfo de Syriza implicaría la expulsión inmediata de Grecia de la eurozona. Cuanto más la oposición alertaba de este posible escenario, más ratificaba Tsipras su compromiso con el euro. Por esta razón durante la durísima negociación con los organismos internacionales Tsipras nunca planteó que abandonaría el euro para volver al dracma, la moneda oficial hasta 2002. Sin embargo, tampoco parece haber evaluado que el masivo apoyo recibido en el referendo cambiaría la situación interna dentro de su partido y que los sectores más reacios a un acuerdo lo desafiarían abiertamente al renunciar a sus cargos públicos, restarle votos en el Parlamento, obligarlo a convocar a nuevas elecciones y formar un nuevo partido denominado «Unidad Popular». Ahora Unidad Popular se presenta a las elecciones con duras críticas hacia Tsipras, aunque tampoco plantea abandonar a toda costa el euro. Está claro que la moneda única es un corsé muy ajustado. La pregunta es si «hay vida» fuera del euro. Pero la crisis de Syriza también plantea la pregunta de si hay vida adentro.

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