14 de diciembre de 2016
Uno de los aspectos más destacados del acto realizado el 29 de noviembre en la Plaza de la Revolución en La Habana fue la presencia de líderes de América Latina, Asia y África que llegaron a Cuba para agradecerle a Fidel Castro lo que había hecho por ellos. Hablaron Daniel Ortega de Nicaragua y Salvador Sánchez Cerén de El Salvador, representantes de movimientos guerrilleros que recibieron ayuda en su lucha para derrocar dictaduras sangrientas. Hicieron uso de la palabra Nicolás Maduro, Rafael Correa y Evo Morales, exponentes de una generación que no participó de luchas armadas pero también hijos de la revolución cubana. De Asia no podía faltar Vietnam, bombardeado hasta niveles inimaginables por Estados Unidos y apoyado por muy pocos, como Cuba. No es de extrañar la presencia de Sudáfrica y Namibia para agradecerle a Fidel su apoyo a la lucha contra el apartheid enviando incluso tropas para combatir a los racistas sudafricanos. Cuando Nelson Mandela recibió el premio Nobel de la Paz y luego cuando murió aparecieron para subirse al carro de los homenajes muchos de aquellos que sostuvieron el régimen racista, pero Cuba puede decir con orgullo que estuvo con Mandela siempre, y especialmente durante su largo cautiverio. Mandela no lo olvidó y recibió a Fidel con todos los honores en Sudáfrica. Tampoco podían faltar representantes de países árabes que recordaron el apoyo de Cuba a la liberación de Argelia del colonialismo francés, una lucha que dejó cerca de un millón de muertos, y por supuesto el respaldo a los palestinos.
¿Cómo hizo este pequeño país para ayudar a tantos otros bloqueado por la primera potencia mundial? ¿Qué lo motivó a enviar tropas tan lejos de su territorio, además de médicos y educadores? Hay una palabra que resume lo que hizo la revolución cubana y es internacionalismo, que también explica porqué tantos fueron a decirle «gracias, Fidel».