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«Resistir la ofensiva colonial»

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Diego Pietrafesa

Presidente de la Casa de las Américas y exministro de Cuba, destaca la importancia del pensamiento emancipador para frenar el fascismo.

Foto: Jorge Aloy

«¿Cómo te llamas», pregunta a su entrevistador, poniendo el acento en la primera vocal. Abel Prieto desordena los roles de un reportaje con una triple señal de su cubanidad, si es que eso existe: cadencia indiscutiblemente caribeña, amable parsimonia, tiempo para charlar. El arte de conversar y discutir, una pasión tan de la isla como la salsa, el ron y los habanos. Por eso deja que se le enfríe dos veces el café, por eso busca el lugar más silencioso de una sala del Centro Cultural de la Cooperación que ebulle por la celebración de los 20 años de la Batalla Cultural, por eso apenas se sienta, el exministro de Cultura de Cuba y actual presidente de la Casa de las Américas deja de manifiesto la importancia de «resistir de manera articulada la ofensiva colonial, esta industria hegemónica que nos tiene atontados con cultura chatarra, los chismes de los famosos y los realitys mientras el fascismo crece».
–Ni atontados ni demorados, ¿no?
–Creo que es un momento en que tenemos que convocar a la gente más allá de incluso las ideas políticas, a la gente que instintivamente quiere frenar ese fascismo, quiere frenar ese racismo terrible, quiere frenar ese egoísmo, quiere frenar esa crisis ética y cultural tan espantosa. Por eso la importancia de este encuentro. Debemos crear un frente. Como decía José Martí, una trinchera de ideas es más importante que las trincheras de piedra.
–La Revolución creció protegida por esas trincheras.
–Sin duda. Si tú le echas un vistazo al año 1961, el año en que Estados Unidos rompe las relaciones diplomáticas con Cuba, el año de la invasión de playa Girón, el año de todos aquellos ataques terroristas, las bandas financiadas por la CIA metidas en la montaña del centro de Cuba, allí están las pruebas. Ese año tan duro es el año de la campaña de alfabetización, el año de la creación de las primeras escuelas de arte, es el año de las palabras de los intelectuales. Ese es el año en que se lanzó la batalla por el sexto grado y después la batalla por el noveno grado, para que todos estén más tiempo en las escuelas.
–¿Incluso para adultos?
–Incluso para adultos. De pronto, el campesino recién alfabetizado se interesaba por obtener un grado en la enseñanza primaria, por leer un poco más. El primer libro que publica la imprenta nacional es El Quijote que para mí tiene una fuerza simbólica. No es un manual de instrucción revolucionaria ni de marxismo, es El Quijote nada más. Que se imprimió en las rotativas del periódico. Lo contaba muy bien Alejo Carpentier, asombrado del impacto de democratización cultural que le significaba ver a los vendedores en las calles voceando la obra de Cervantes.
–Seguimos luchando contra los molinos de viento.
–Siempre hay que estar pensando en Fidel, un gran fundador. Fidel en Venezuela, ya con (Hugo) Chávez en el poder, da una conferencia en una Universidad donde dice: «Una revolución solo puede ser hija de la cultura y de las ideas». La tesis de Fidel es que tú les puedes dar tierra a los campesinos, les puedes dar de comer y la atención de salud universal gratuita, pero si no lo emancipas desde el punto de vista de su conciencia, esa revolución puede ser reversible. Es decir, la idea, que es una idea muy fuerte también de Martí, el gran antecedente de Fidel, de que la libertad solo se alcanza con educación, con cultura, con referencias culturales, entendiendo a la emancipación como la capacidad para que no te manipulen.
–¿Hasta dónde puede llegar esa manipulación?
–Es inimaginable. ¿Tú crees que en Brasil hay 58 millones de burgueses? Sin embargo, 58 millones de personas le dieron el voto al fascista de (Jair) Bolsonaro. Porque les metieron en la cabeza a la gente que venía una nueva Venezuela, que venía una nueva Cuba, que venía el comunismo en su versión más satánica. Y se da ese drama del pobre de derecha. El pobre de derecha, que es muy patético porque es una persona que nunca ha sido tenida en cuenta, no ha tenido ninguna oportunidad dentro del capitalismo, no ha tenido la menor posibilidad de prosperar.
–Ni la tendrá.
–Ni la tendrá. El sistema está hecho para eso y sin embargo la gente vota por sus opresores. El tema es muy, muy complejo porque le han hecho creer a la gente que no hay alternativa para el capitalismo, así que el orden natural de las cosas es el capitalismo. Le han hecho creer a la gente, incluso a los fracasados, que son responsables de su fracaso, que no culpen nunca al sistema. Han logrado secuestrar la subjetividad de grandes sectores de la población. Tenemos que hacer lo posible para articular todos los núcleos de resistencia cultural que hay nuestro continente.
–A las estrellas no se sube por caminos llanos, decía Martí.
–Pero ¿qué vamos a hacer? ¿Entregarnos a la locura fascista, racista, que desprecia a los más pobres? Es un momento muy complicado, no nos queda otra alternativa que nutrir la esperanza.

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