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Indignados de Líbano

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La oleada de protestas que motivaron la renuncia del primer ministro de Líbano, Saad Hariri, quien sigue en funciones hasta la conformación de un nuevo Gobierno según ordenó el presidente Michael Aoun, abre otra etapa en el país de Oriente Medio debido a sus efectos políticos. El reclamo, que comenzó de modo progresivo, tiene su origen en la crisis económica y la corrupción endémica. A ello se agrega el rechazo a los nuevos impuestos a los servicios, por caso el de un cobro adicional por el uso de aplicaciones de telefonía como WhatsApp, una medida que el Gobierno debió dejar sin efecto. «Líbano llegó a un callejón sin salida, los cargos van y vienen pero la dignidad y la seguridad de nuestro país son más importantes», dijo Hariri para explicar su renuncia, no avalada por la organización Hezbolá, dado que, según explicaron, podría generar un vacío de poder. Su dimisión llegó poco después de una serie de reformas prometidas para descomprimir la tensión. Entre ellas, aprobar un Presupuesto sin impuestos adicionales en 2020, y un recorte del 50% en los salarios del presidente, ministros y diputados. Estos anuncios fueron considerados insuficientes por un movimiento que, según especialistas, exige cambios de fondo en el sistema político.


Beirut. Pancartas contra Hariri y Aoun. (EID / AFP / Dachary)

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