Mundo | MINISTRA DE DEFENSA CHILENA

Justicia poética

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Ricardo Gotta

Maya Fernández Allende, la nieta del expresidente, enfrenta el desafío de reorganizar las fuerzas armadas y Carabineros. Legado e historia de una vida marcada por la militancia.

Santiago. La futura ministra junto al presidente electo Gabriel Boric, a fines de enero.

TWITTER MAYA FERNÁNDEZ

El 11 de setiembre de 2023 se evocará el medio siglo del golpe que derrocó a Salvador Allende. Antes, el próximo 11 de marzo, Maya Alejandra Fernández Allende jurará como ministra de Defensa en esa casa de gobierno que su abuelo defendió con la vida. En algún sitio del salón habrá un escudo que aún contiene la frase «Por la razón o por la fuerza». Ejercerá un cargo que implica la jefatura de las fuerzas armadas, emparentadas con la historia más despiadada de Chile, con quienes derrocaron a su abuelo. No debe haber una mayor carga simbólica.
Maya nació en Santiago el 27 de setiembre de 1971. Tenía meses cuando el abuelo se dejó fotografiar con esa bebé en brazos. Al año, con sus rizos, pateaba la pelota ante un señor de bigote, el presidente, en el patio de la casa de Ñuñoa, barrio de clase media de Santiago. Dos semanas antes de cumplir 2 años, quedó al resguardo de una amiga de sus padres, Tati y Luis, quienes desoyeron el alerta sobre la inminencia de un golpe de Estado y se lanzaron a La Moneda. Allende resistía: al comenzar el bombardeo, ordenó la retirada de un contingente. Había siete mujeres, entre ellas, sus hijas Tati e Isabel. Poco después se consumaba la destitución.
Hortensia Bussi pudo enterrar a su marido en Viña del Mar y luego se exilió en México, con dos de sus hijas. Beatriz (Tati), la del medio, la más revolucionaria, embarazada de siete meses, viajó a Cuba con Luis Fernández Oña, diplomático y miembro del servicio de inteligencia cubano. En La Habana, tres años después, ingresó en una profunda depresión y se suicidó. Tenía 36 años. Maya iba por los 6, tenía tres más que su hermano Salvador Alejandro. Crecieron en Cuba. «Siempre me ha dolido lo de la Tati. Me habría gustado que hubiese estado. Pero mis dolores me han hecho creer en la vida», aseguró Maya. Estudió en un colegio creado para exiliados, la Primaria Solidaridad.
En 1990, con el fin de la dictadura, inició su regreso a Chile. El definitivo fue en 1992, para estudiar Biología y Veterinaria, y afiliarse al Partido Socialista (PS). Aún vive en Ñuñoa, barrio por el que fue concejala en 2006. En 2012 perdió la elección a la alcaldía. Diputada desde 2014, en 2018 presidió la Cámara. Tuvo activa participación en la comisión de Defensa. Abogó por los proyectos de «despenalización del aborto» y de «imprescriptibilidad de delitos sexuales», entre otros. «El allendismo existe en Chile y no necesariamente en los partidos ni en los poderes políticos, sino en la gente común, en el pueblo», suele decir.

Banderas de unidad
Sus posturas le valieron recurrente hostilidad de sectores del PS. «El partido debe volver a ser capaz de estar ahí liderando los cambios, las transformaciones», dijo, a modo de quiebre, en los comicios de 2021, cuando el socialismo cerró con el Nuevo Pacto Social de Yasna Provoste. Maya no torció su postura de apoyar a Gabriel Boric. Provocó un cimbronazo al decir: «Lo decidí tras un período de reflexión. Llevo tiempo cuestionando qué es ser de izquierda y la importancia de la unidad. El proyecto de centro no me convoca». Acentuó su militancia en la campaña «un millón de puertas por Boric», plataforma clave para el éxito en el balotaje. No suele transitar ambigüedades. En 2014, tras un viaje a Cuba, opinó: «No me gusta que alguien lleve mucho en el poder. Si digo que los alcaldes no deberían estar 30 años, no es solo para Chile».
Sabe que no será sencillo tratar con las fuerzas armadas. Tras su designación, surgieron feroces críticas como las del militar retirado Manuel Ojeda Torres y su carta calificando el hecho como una «severa afrenta y humillación para nuestra institución», al tiempo que le advierte a Boric que sus colegas de armas se negarán a rendirle honores. Maya llega con un claro programa: ejercer un rol activo en las fuerzas y su implicancia en la represión, y una profunda reforma de Carabineros. Significa introducir la concepción de derechos humanos y perspectiva de género en una de las instituciones más conservadoras de la región. Michelle Bachelet y Vivianne Blanlot ejercieron ese cargo. La socialista, hija de un general asesinado por el régimen, nombrada en 2002, en 2006 se convirtió en la primera presidenta de Chile.
Maya tuvo dos hijos (Fernando y Beatriz) con Tomás Monsalve Egaña. El 11 de marzo retornará a La Moneda. Tanto la inquirieron sobre su abuelo: «Lo admiro. Es un orgullo ser su nieta, y una responsabilidad. Pero soy una persona distinta. Yo soy Maya». Él dejó un crucial testamento político: «Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor».
Maya tomó esa bandera.