12 de febrero de 2016
«Soy el candidato más a la izquierda de la derecha». Así se había definido Marcelo Rebelo De Sousa, quien acaba de convertirse en presidente de Portugal. Su victoria en primera vuelta sumó un nuevo desafío a la coalición de izquierda que gobierna el país y es encabezada por el primer ministro Antonio Costa. De Sousa logró una alta aceptación social con un discurso que se centró en la búsqueda de «consensos» y en la necesidad de «cerrar heridas» políticas. Analistas indican que la clave de su éxito fue «despolitizarse» y conseguir que la ciudadanía no percibiera que era el representante de los partidos que aplicaron los duros ajustes de los últimos años. Sin embargo, será quien tenga la llave del Parlamento y es probable que convoque a nuevas elecciones si se rompe la unidad en el gobierno de socialistas, comunistas y Bloque de Izquierda. Por otro lado, su llegada al poder ocurrió casi en paralelo con el rechazo de la Comisión Europea al presupuesto presentado por la gestión de Costa, la cual aspira a reducir el déficit fiscal sin recurrir a las metas de austeridad establecidas por Bruselas.