13 de noviembre de 2014
Los procesos electorales de Brasil y Uruguay ratifican los triunfos de los gobiernos progresistas que cumplen mandato en América Latina. Dilma Rousseff fue reelecta y el Partido de los Trabajadores (PT) comenzará su cuarto mandato consecutivo, mientras que el triunfo del Frente Amplio en segunda vuelta es más que probable. Desde 2002 el PT ya ha vencido cuatro veces al PSDB, Partido de la Social Democracia Brasileña. A pesar de que en los últimos 12 años viene cayendo el apoyo al PT, este se consolida en el poder. En 2002 Lula obtuvo el 61% de los votos en segunda vuelta y ahora Dilma el 51%. Tres millones de votos más que Aecio Neves le sirvieron para triunfar y darle un mensaje a la derecha latinoamericana que esperaba la derrota del PT para anunciar con bombos y platillos «el fin de la era de los gobiernos populistas».
No fue fácil la campaña de Dilma Rousseff. Durante la primera vuelta apareció Marina Silva como candidata después de la muerte de Eduardo Campos y se construyó un escenario de victoria de Silva en segunda vuelta, aunque quedó relegada a un lejano tercer lugar. Horas antes de la segunda vuelta la revista Veja publicó en tapa fotos de Dilma y Lula asegurando que eran cómplices de los actos de corrupción en Petrobras, el gigante petrolero. En esta ocasión el PT reaccionó rápidamente y Dilma grabó un aviso muy duro contra Veja, a la que acusó de «terrorismo electoral».
Brasil tiene 27 estados y el resultado a nivel de las gobernaciones es un reflejo de la dispersión de votos que existe. 9 partidos lograron elegir gobernadores y el PT apenas 5. Por otra parte, en el Congreso otra vez el PT es la primera minoría y tendrá que negociar con casi 30 bloques. Esto es clave para impulsar una reforma política, la misma que rechazan incluso algunos sectores que la apoyaron en la campaña electoral. Por eso gobernar en Brasil no es sencillo, y no alcanza con ganar la presidencia.