27 de enero de 2016
Alexis Tsipras cumplió un año en el poder. Su contundente triunfo en las elecciones generales –con más del 36% de los votos Syriza superó al conservador Nueva Democracia– generó fuertes expectativas en Grecia. El primer ministro heleno afrontó el aniversario con una nueva huelga general en ciernes y parado en las antípodas de aquella heroica oposición a las exigencias de la Troika. El presupuesto para 2016 y la embestida contra el sistema de pensiones está en sintonía con los intereses de los acreedores y confirma la traición a los resultados del referendo de julio de 2015, cuando el pueblo había rechazado el rescate impuesto por la Europa neoliberal. Una reciente entrevista al director del banco central, Yanis Stournaras, confirmó que Tsipras y altos dirigentes planearon adoptar esa línea que recaló en las privatizaciones, las quitas de subsidios y la expulsión del entonces ministro de economía, Yanis Varoufakis, quien planteaba volver al dracma y reestructurar la deuda. A pesar de la fortaleza retórica de Tsipras, y en medio de una nueva revisión de las políticas de austeridad en marcha por parte de la Comisión Europea, las perspectivas para Syriza no son positivas. Luego de triunfar en los comicios parlamentarios de setiembre pasado, un sondeo de ProRata indica que su apoyo electoral se desplomó alrededor de un 15% y que el conservador Nueva Democracia está en condiciones de arrebatarle el gobierno.