11 de enero de 2019
Desde hace algunos años existen vínculos estrechos entre algunos partidos y gobiernos de extrema derecha europeos con el Estado de Israel. Muchos se asombran porque el siglo XX quedará marcado en la historia por las persecuciones contra los judíos por parte de partidos de extrema derecha y en particular el nazismo en Alemania. Si bien es cierto que algunas corrientes del movimiento sionista a principios del siglo pasado estuvieron influenciadas por las ideas fascistas, no es menos cierto que el asesinato masivo de judíos las distanció más allá de la ideología fascista en sí misma.
Los grupos de ultraderecha que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial también continuaron con la impronta antisemita, aunque muy debilitados por la derrota del nazismo. Las derechas en Europa, aun las más extremas, han mutado. Su resurgimiento ya no tiene mucho que ver con la presencia judía, menor comparada con el siglo pasado, sino con la «amenaza del islam». Repitiendo estereotipos que se aplicaban a los judíos hace 100 años, estos grupos han encontrado un enemigo con nueva cara.
Lo que aparece extraño es el vínculo establecido entre algunos políticos de extrema derecha –como Viktor Orban en Hungría– con el gobierno israelí de Benjamin Netanyahu. Pero lo que aparece extraño se puede explicar porque tienen al islam como enemigo en común. En el caso de los europeos, por la «invasión» de su territorio; en el caso del Estado de Israel, por su histórica confrontación con países árabes-musulmanes y hoy en primer lugar la República Islámica de Irán. Para las derechas europeas Israel ya no representa al judío que conocieron cien años atrás y que motivaba su desprecio. Más bien todo lo contrario. Es un Estado fuerte con uno de los ejércitos más poderosos del planeta y un bastión de la lucha contra el islam.