13 de noviembre de 2013
La pequeña ciudad noruega de Rjukan concretó un proyecto centenario: atraer los rayos del sol durante los seis meses más fríos del año. Su ubicación dentro de un valle profundo condenaba a los habitantes a la sombra. Fue posible gracias a la instalación de tres espejos gigantes a 400 metros de altura en las montañas para reflejar la luz en 600 metros cuadrados del centro de la población. Los heliostatos costaron 620.000 euros y son similares a los utilizados hace siete años en Viganella, al norte de Italia. Rjukan celebró la llegada de la luz solar repartiendo anteojos oscuros y homenajeando al ingeniero Sam Eyde, el fundador del pueblo.