15 de julio de 2024
El ataque contra Donald Trump expone cómo la violencia y los discursos de odio atraviesan a la sociedad estadounidense. La reacción global y las especulaciones políticas en un año electoral.
Pensilvania. El expresidente es escudado por el servicio secreto en el acto de campaña de este sábado 13 de julio.
Foto: Getty Images
Donald Trump estaba exultante. El sábado 13 de julio, por la tarde, 48 horas antes de la Convención en la que sería consagrado candidato a la Casa Blanca por el Partido Republicano, el expresidente estaba listo para dar un gran discurso y reforzar el triunfo electoral que las encuestas le vienen anunciado desde hace semanas.
No pudo. A los seis minutos de iniciada su arenga, cuando amenazaba con odio a los inmigrantes que cruzan la frontera estadounidense y criticaba duramente a su contrincante, Joseph Biden, una bala rozó su oreja derecha y –rapidísimo de reflejos– se zambulló debajo del atril, en el centro del escenario, en la ciudad de Buttler, Pensilvania.
Desde 1981, cuando trataron de matar al expresidente Ronald Reagan, no había habido en Estados Unidos un intento de magnicidio. En este caso, como en el de Reagan, el atacante falló. El asesino, Thomas Matthew Crooks, un joven blanco de 20 años, realizó varios disparos desde la terraza de un edificio situado a más de 100 metros de donde hablaba Trump. Tres asistentes al acto fueron heridos de bala. Uno murió. Varias personas habían visto a Crooks caminando por los techos con un rifle y denunciaron su presencia a la policía, pero el FBI recién reaccionó y lo abatió cuando Trump ya estaba herido.
La reacción nacional y mundial fue inmediata. Biden, presidente y contrincante electoral, afirmó: «No hay lugar en Estados Unidos para este tipo de violencia», una declaración hipócrita si se tiene en cuenta que, en estos seis meses de 2024, ya hubo en el país 298 tiroteos masivos y 18 asesinatos en masa, según el registro de Gun Violence Archive. Según esta plataforma, en 2023 hubo más de 20.000 muertos, entre ellos 136 niños menores de 11 años, por ese tipo de violencia.
En el mundo se condenó el atentado. El Kremlin lo hizo a través de su vocero, Dmitri Peskov, quien sugirió cierta intencionalidad política. «Rusia condena decididamente cualquier manifestación de violencia durante la lucha política. Después de numerosos intentos de eliminar al candidato Trump de la arena política utilizando herramientas fiscales, a los tribunales o buscando su desprestigio político, era obvio para todos los observadores externos que su vida corría peligro».
El comentario mordaz de Rusia lo realizó María Zajárova, vocera de la Cancillería, al afirmar que «Estados Unidos debería gastar más dinero en garantizar la seguridad interna en vez de financiar a Ucrania».
Mostrar fortaleza. Con el rostro ensangrentado, Trump saluda a la audiencia después de recibir el balazo.
Foto: Getty Images
Teorías y oportunismos
Fuera de los Estados Unidos, la principal hipótesis que se maneja es la del atentado planificado. Robert Fico, el primer ministro de Eslovaquia, quien también sobrevivió de milagro al ser baleado el pasado 15 de mayo, escribió en sus redes sociales: «El guion es un calco. Los adversarios políticos de Trump intentan silenciarlo y cuando no lo consiguen enfurecen tanto a la ciudadanía que algún pobre desgraciado agarra una pistola».
El diario chino Global Times, que expresa la línea del Gobierno comunista, presentó tres hipótesis posibles, poniendo en primer lugar el atentado político y en tercero la del «loco solitario». «En primer lugar, podría ser alguien del Estado profundo, una fuerza elusiva dentro del Gobierno que no quiere ver a Trump ganar. En segundo lugar, podría ser de las fuerzas terroristas de extrema izquierda, que no quieren ver a Trump, que representa a la extrema derecha, ganar las elecciones y por lo tanto han tomado acciones radicales. Por último, podría ser un extremista individual sin ningún antecedente organizativo, simplemente una persona que está cansada de Trump», analizó Li Haidong, profesor de la Universidad de Asuntos Exteriores de China.
La foto de Trump con el rostro ensangrentado levantando el puño derecho ya es un ícono. Seguramente los republicanos explotarán esta imagen del líder heroico que, en los momentos extremos, muestra su fortaleza, en contraposición con la figura de un rival demócrata débil, avejentado e incapaz, presionado por su propio partido para que abandone la carrera presidencial.
Entretanto, los discursos de odio, los ataques personales y la violencia siguen atravesando a la sociedad estadoundiense y a la política. Muchas vicisitudes pueden todavía ocurrir hasta el 5 de noviembre, día de las elecciones presidenciales, en ese país determinante para el destino del mundo.