29 de julio de 2024
Nicolás Maduro obtuvo la reelección al imponerse sobre una oposición que renueva sus denuncias de fraude. En medio de la polarización, hubo reacciones internacionales dispares.
Caracas. El presidente habla frente a la multitud que celebró el triunfo del oficialismo, en la madrugada del 29 de julio.
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Nicolás Maduro, presidente y líder del Gran Polo Patriótico (GPP), ganó las elecciones en Venezuela y seguirá gobernando el país hasta el año 2031. Al cierre de esta nota y con más del 80% de los votos escrutados, el Consejo Nacional Electoral (CNE) le daba al oficialismo un 51,2% de los sufragios, frente al 44,2% alcanzado por el opositor Edmundo González Urrutia, cara visible de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) y delfín de la verdadera líder de ese espacio, María Corina Machado, quien denunció fraude y proclamó a su candidato como vencedor de los comicios.
Ya en la madrugada venezolana, y después de una extensa jornada que fue mucho más tranquila de lo esperado en las calles –aunque plagada de fake news en las redes–, Maduro se dirigió a sus votantes en el Palacio de Miraflores. Allí, consideró que los más de cinco millones de votos obtenidos constituyeron «el triunfo de la esperanza, de la verdad, y señalan el camino del comandante Hugo Chávez». Contra los pronósticos de un hipotético espiral de violencia a futuro, prometió que «en Venezuela habrá paz» y llamó a «no dejarse arrastrar» por las provocaciones «del fascismo». «Yo quiero amor, diálogo y entendimiento, y tengo el poder que ustedes me han dado y la unión cívico militar policial para impulsar el diálogo económico, social, cultural, moral, espiritual», aseguró. Dijo también que «el fascismo en Venezuela, la tierra de Bolívar y Chávez, no pasará ni hoy, ni nunca». La gente gritó al unísono: «No volverán».
Apenas aparecidos los primeros datos oficiales, Machado –inhabilitada para ejercer cargos públicos por haber apoyado las sanciones de EE.UU. y reconocer a Juan Guaidó como presidente– salió a denunciar fraude en todos los medios de comunicación. «Queremos decirles a todos los venezolanos que Venezuela tiene un nuevo presidente y es Edmundo González Urrutia. Ganamos y todo el mundo lo sabe. González Urrutia obtuvo el 70% de los votos y Nicolás Maduro, 30%. Esta es la verdad», afirmó la dirigente opositora. A su lado estaba González Urrutia, quien repitió el mismo libreto y solo agregó que «no han sido entregadas la mayoría de las actas». Según sus datos, la oposición habría ganado en todos los Estados venezolanos y por amplio margen.
Maduro, en el poder desde 2013, contraatacó: «Hay que respetar esta Constitución. Hay que respetar al árbitro, y que nadie pretenda manchar esta jornada bella que tuvo el pueblo de Venezuela». Luego agregó: «Esta película ya la he visto varias veces, es la película de la extrema derecha». El sucesor de Hugo Chávez explicó que el atraso en la aparición de los resultados oficiales se debió a un «hackeo informático masivo» realizado por la oposición para denunciar «lo que ya estaba cantado: el grito de fraude». En paralelo, el CNE anunció que se iniciará una investigación «sobre las acciones terroristas perpetradas contra nuestro sistema electoral, contra los centros de votación y contra los funcionarios electorales».
Desde el oficialismo recordaron que, en la previa de las elecciones, todos los candidatos firmaron un acuerdo de «reconocimiento de resultados» ante el CNE y que la participación fue récord (casi un 60%) en una elección no obligatoria que contó con la presencia de distintas misiones internacionales para resguardar la transparencia del proceso. Entre ellas, un panel de expertos de la ONU, miembros del Centro Carter de Estados Unidos, de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), de la Comunidad del Caribe (CARICOM) y de la Unión Africana (UA). También enviados de Rusia, China y Turquía, y varios expresidentes de la región. La oposición aseguró que su participación no tenía validez porque la gran mayoría tenía simpatías con el chavismo. El que respondió no fue Maduro, sino Diosdado Cabello, diputado y hombre fuerte del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV): «El mundo lo sabe, 749 observadores y 97 países vienen a las elecciones. No hay elección en el mundo a la cual vengan tantos países».
Rechazo. Los opositores Corina Machado y Eduardo González Urrutia desconocieron el resultado electoral.
Foto: Getty Images
Apoyos, rechazos y silencios
En América Latina, las reacciones fueron dispares. Uno de los primeros en cuestionar la legitimidad del proceso fue el presidente de Chile, Gabriel Boric, quien consideró que los resultados oficiales eran «difíciles de creer» y advirtió que no reconocerá ningún triunfo «que no sea verificable». El mismo camino siguieron otros líderes de la región, como el uruguayo Luis Lacalle Pou y el guatemalteco Bernardo Arévalo, y los cancilleres de Costa Rica, Ecuador, Panamá, Perú y Paraguay.
En la vereda de enfrente, el boliviano Luis Arce, la hondureña Xiomara Castro y el Gobierno cubano felicitaron al candidato oficialista y llamaron a respetar la decisión del pueblo venezolano. Claro que faltan pronunciamientos, y de los importantes. Al cierre de esta nota, no se habían expresado ni el colombiano Gustavo Petro ni el brasileño Lula da Silva, quien la semana pasada había cuestionado algunas declaraciones de Maduro respecto de lo que ocurriría el día después de la elección. Dicen que ambos están esperando a que se aclare un poco el panorama antes de pronunciarse.
Un párrafo aparte merece el cruce que se generó entre Maduro y el presidente argentino Javier Milei. Desde la red social X (antiguo Twitter), y como era de esperar, Milei respaldó a la oposición venezolana. Con su habitual verborragia, dijo que «Argentina no va a reconocer otro fraude» y que «los venezolanos eligieron terminar con la dictadura comunista de Nicolás Maduro». También hizo un peligroso llamado a que «las Fuerzas Armadas defiendan la democracia y la voluntad popular». «El mundo aguarda que reconozca la derrota luego de años de socialismo, miseria, decadencia y muerte», escribió en un tuit titulado «Dictador Maduro, afuera!!!». Su apoyo a la derecha venezolana no es sorpresivo. No solo por una evidente cercanía ideológica, sino también por la simpatía personal existente entre Milei y Machado, quien hace unos días agradeció al mandatario argentino por su apoyo a través de un mensaje en el que recordó su «inquebrantable espíritu libertario». En campaña, Machado y González Urrutia también habían repetido como un mantra que, de ganar las elecciones, en Venezuela habría «libre empresa, libre mercado, oferta y demanda, todas esas condiciones que son propias para una economía sana».
Por adentro y por afuera
Maduro le respondió a Milei en el mismo discurso en el que celebró su victoria. «Ya ha surgido el club de fascistas de América Latina. Milei, te digo: no me aguantas un round, bicho cobarde. Eres un tronco de fascista. Ya este pueblo ha dicho no al capitalismo salvaje, no al fascismo, no a Milei, no al nazi fascista de Milei. Estamos dando un ejemplo al mundo», lanzó. Por fuera de la región, Maduro obtuvo el respaldo del presidente ruso Vladimir Putin, quien celebró la victoria oficialista y dijo que su par venezolano «siempre es bienvenido en tierras rusas». En igual sentido, China e Irán felicitaron a Venezuela por la «exitosa celebración» de las elecciones. Los cuestionamientos llegaron desde Estados Unidos. Su secretario de Estado, Antony Blinken, expresó la «seria preocupación de que el resultado anunciado no refleje la voluntad o los votos del pueblo venezolano». Más mesurados fueron desde Londres y Madrid: el Gobierno británico del laborista Keir Starmer pidió «la publicación rápida y transparente de los resultados completos y detallados para asegurar que el resultado refleja los votos del pueblo venezolano», mientras que el del español Pedro Sánchez solicitó la «presentación de las actas de todas las mesas electorales para garantizar resultados plenamente verificables». Josep Borrell, jefe de la diplomacia de la Unión Europea, dijo que resulta «vital asegurar la total transparencia del proceso electoral», pero también remarcó que la jornada fue «pacífica» y que contó con una participación «masiva».