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Una respuesta inhumana

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Luego de una escalada de violencia que dejó más de 100 muertos, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, le declaró la guerra a las «maras», la organización criminal más importante del país. «Vamos a hacer que los pandilleros que cometieron esos homicidios se arrepientan de haber tomado esa decisión», dijo Bukele, quien autorizó a la policía y las Fuerzas Armadas a usar la «fuerza letal» para combatir al crimen organizado.
El mandatario denunció que la ola de asesinatos fue ordenada desde la cárcel por los cabecillas de los «maras». Así, y pese a la pandemia por COVID-19, ordenó el estado de emergencia en siete prisiones, con el objetivo de que los reclusos permanezcan encerrados las 24 horas del día, en «aislamiento solitario», incomunicados y en condiciones de hacinamiento.
Lo dispuesto por Bukele cosechó críticas de organizaciones internacionales de Derechos Humanos. Entre ellas la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que instó al Gobierno a «adoptar medidas que garanticen la vida, salud, integridad y dignidad de las personas privadas de libertad».


Juntos. Operativo en la prisión de Izalco. (AFP Photo / El Salvador’s Presidency Press Office)

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