Opinión | A fondo

10 años del No al ALCA

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El 5 de noviembre se cumplen 10 años de la clausura, en Mar del Plata, del proyecto neocolonial de la Alianza para el Libre Comercio de las Américas (ALCA). La propuesta de un área de libre mercado americana había sido formulada inicialmente por George Bush (padre) y continuada por Bill Clinton. La primera cumbre realizada en Miami en 1994 lo aprobó por unanimidad. 4 años después en Chile tuvo el mismo éxito y recién en Quebec en 2001 tuvo un único voto en contra: el de Venezuela, con la crítica aguda del presidente Hugo Chávez Frías. En aquel momento el presidente De la Rúa propuso a la Argentina como sede de la cumbre en 2005 donde, por fin, se concretaría la iniciativa. Para ese momento, el escenario había cambiado radicalmente. Desde 1998 en Venezuela pero también en Argentina, Brasil y Uruguay nuevos gobiernos –parecidos como nunca a sus pueblos– habían reemplazado a los viejos elencos administradores de los intereses del privilegio y sometidos a la voluntad omnímoda de Estados Unidos y dijeron No al ALCA. De aquella experiencia de resistencia emergieron luego nuevos pasos para defender la soberanía y autonomía regional. En este sentido la creación de la Unasur en 2008, la de la CELAC en 2011 o la ampliación del Mercosur marcaron puntos de inflexión muy valiosos en la construcción del proyecto de Patria Grande, impulsado desde nuestra primera independencia americana. En la sumatoria matemática, 5 países confrontaron contra 29 que avalaban el ALCA. Y esa derrota sumió durante años en un verdadero marasmo a EE.UU. Pero la derecha continental no se ha quedado quieta. En 2002 fue un fugaz golpe contra Chávez que duró apenas dos días, pues el pueblo movilizado repuso en el poder al líder bolivariano. En 2008 el autodenominado «campo argentino» impulsó una acción destituyente –según expresaban los propios protagonistas– coincidiendo con levantamientos explícitamente golpistas en Bolivia, más tarde en Honduras, en Ecuador contra el presidente Correa, luego en Paraguay, también con éxito (golpe blando impulsado por el parlamento) y nuevas acciones callejeras y mediáticas en Venezuela, en Brasil, y repitiendo escenas en los países con gobiernos democráticos y populares. El No al ALCA significó una expresión concreta de lo que se podría llamar «la década ganada», en soberanía, en justicia social, en ampliación de derechos, en la recuperación de la política como herramienta de transformación emancipadora. Nadie podía  esperar que los poderosos intereses dominantes que habían  sido desafiados aceptaran pacientemente su derrota política y cultural. La muerte de Chávez abrió paso a una nueva fase en la región, y el proceso de integración se ralentizó. Se incrementó la ofensiva mediática, social y política contra gobiernos que además se enfrentan ahora a nuevos desafíos. Tal vez la batalla cultural sea un puntal en la etapa que transitamos, en la cual un creciente proceso de organización popular y de democratización cada vez más sustantivo sea la clave para no retroceder. En términos electorales, las derechas no han podido hasta aquí desalojar a los gobiernos populares, pero es preciso atender a los requerimientos del tiempo en curso. El  No al ALCA fue una magnífica victoria en materia de rechazar definitivamente lo que no queremos ser. Unasur, Celac, Alba, marcan caminos de creación positiva de un programa común de presente y de futuro. El cooperativismo, claro, tiene mucho que aportar a esta construcción. La integración regional con perfiles emancipatorios es sin duda una fuerte interpelación al futuro, a un futuro que consolide lo conquistado y se encamine decididamente, con el protagonismo imprescindible de los pueblos, a la conquista y construcción de sociedades libres y soberanas en sentido integral, con salud, educación, trabajo,  cultura  y desarrollo sustentable. Nunca como hoy la historia puede parir un nuevo ciclo continental, insignia liberadora de la explotación y la injusticia de cualquier tipo. Los cooperativistas reafirmamos con  pasión nuestro compromiso humanista y solidario por esta noble causa mundial.

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