Opinión

Pedro Brieger

Periodista

11-S ¿cambió el mundo?

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Los medios de comunicación tienen la costumbre de utilizar títulos rimbombantes para atraer la atención, y los ataques del 11 de septiembre de 2001 no escaparon a dicha lógica. Es así como «El día que cambió el mundo» y «El ataque terrorista más importante de la historia» fueron los títulos que se repitieron por doquier. Desde ya que el vigésimo aniversario del ataque a la primera potencia mundial en su territorio no solo es noticia, sino que afectó a todo el globo, como se vio en la rápida invasión a Afganistán, en 2001, y a Irak, en 2003.
Vale la pena preguntarse sobre afirmaciones tan rotundas que se repiten sin pensar demasiado y buscando un efecto inmediato. Muchos días cambiaron la historia y cada evento es único. La universalización de uno en particular le quita sentido a la historia y la congela en un solo hecho, y –hay que decirlo– esto sucede básicamente en el mundo occidental, que tiene la capacidad mediática de convertir lo propio como centro del mundo.
Para las personas que viven en Estados Unidos, y especialmente en Nueva York, ese día ha sido clave en sus vidas. ¿Lo fue para alguien en Indonesia, el Congo o China? Lo dudo. Lo más probable es que tengan otras fechas significativas para recordar como las más importantes de su historia. Por otra parte, si tomamos cualquier definición convencional sobre terrorismo, las bombas que cayeron sobre Hiroshima y Nagasaki –y mataron decenas de miles de civiles– constituyen ataques terroristas, aunque diversas narrativas occidentales sobre la Segunda Guerra Mundial le traten de quitar dramatismo, como si esto fuera posible para las víctimas.
La historia no la escriben solo los que ganan, sino también quienes construyen lo que se llama «sentido común» y en esta parte del planeta solemos mirarnos demasiado el ombligo. 

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