Opinión

Marcelo Onesto

ECONOMISTA

Alerta en las cuentas externas

Tiempo de lectura: ...
Foto: Shutterstock

Durante 2024, y tras la fuerte devaluación de diciembre de 2023, Argentina registró un importante superávit en el comercio exterior de bienes, conseguido en buena medida por la vía habitual: la contracción de la demanda interna. Así, las exportaciones crecieron un 19%, mientras que las importaciones se redujeron un 18%, lo que permitió un saldo anual positivo de casi US$ 19 mil millones, récord histórico medido en dólares constantes. Esto permitió compensar el crónico déficit del resto de los componentes de la cuenta corriente –ya sean los servicios (viajes, fletes, etcétera), los intereses de la deuda externa o las transferencias y utilidades– y así generar un superávit cercano al 1% del PIB.

En 2025, la situación comienza a mostrar un cariz diferente, con un deterioro de las cuentas externas. Durante los primeros cinco meses del año, mientras las exportaciones de bienes reflejan un leve incremento del 2,6%, las compras al exterior muestran un fuerte aumento del 34%. Como resultado, en ese lapso el saldo comercial se redujo a algo menos de US$ 1.900 millones, cayendo unos US$ 8.700 millones respecto del mismo período de 2024.

Previsiblemente, el resto de la cuenta corriente continuó siendo deficitaria. No solo eso: su saldo negativo se ha incrementado. Durante el primer trimestre, el déficit por servicios aumentó en US$ 3.150 millones. Se destacan particularmente los números de la cuenta «Viajes», que pasó de un saldo negativo de US$ 709 millones en el primer trimestre 2024 a uno de US$ 3.464 millones en igual período de este año, síntoma manifiesto del furor por el turismo en el exterior como consecuencia del dólar barato.

En este contexto, los pronósticos más extendidos estiman una cuenta corriente deficitaria para todo 2025, cercana al 1% del PIB. ¿Implica esta cifra inminentes dificultades en el financiamiento externo? No necesariamente. Por ejemplo, el déficit llegó a rozar el 5% del PIB antes de la crisis de abril de 2018. Sin embargo, en la actualidad no parecen repetirse las condiciones de aquel entonces: los mercados se muestran mucho más cautelosos con respecto a Argentina y, por lo tanto, poco dispuestos a financiar un déficit creciente.

El país ha atravesado demasiados episodios de desalineamiento cambiario bajo Gobiernos de distintas orientaciones políticas. Sus efectos inmediatos suelen ser populares: viajes al exterior para los sectores más acomodados y alimentos baratos para los más vulnerables. Pero la contracara es una creciente vulnerabilidad ante la volátil financiación externa. Por ello, no se trata de un camino viable para un crecimiento sostenido.

Estás leyendo:

Opinión | Marcelo Onesto

Alerta en las cuentas externas

Dejar un comentario

Tenés que estar identificado para dejar un comentario.