18 de diciembre de 2024
Imborrable. Ceremonia de apertura de la copa del mundo en el estadio Monumental, refaccionado por el Gobierno de facto.
Foto: Captura de pantalla
El Mundial 78, la primera consagración de la selección, pretende desde siempre un imposible: que no se recuerde a Videla. Como si pretendiéramos que la imagen en el Monumental solo enfocara al capitán Daniel Passarella levantando la copa y borrara al dictador, que sonríe a su lado. Por eso el valor de Argentina 78, la muy buena serie documental de Disney+, basada en el gran libro de Matías Bauso, Historia oral del Mundial, aunque con un lenguaje propio. Algunos muy futboleros se enojaron porque la política aparece a cada rato y cierto contexto puede sonar superficial. Ni qué decir la furia de los nostálgicos de la ESMA.
Pero, como sucedió acaso con la película 1985, la serie de los directores Lucas Bucci y Tomás Sposato apela, en tiempos de olvido fácil, al recurso de la memoria, con la ventaja de que la narrativa es enriquecida. Porque el paso del tiempo ayuda al análisis. Es difícil contar el ayer con los ojos de hoy. Ayer a Videla se le decía «presidente». Dictador se le pasó a decir cuando cayó (otros, claro, lo recordarán siempre como el general Videla). Medio siglo después, el recuerdo, paradójicamente, puede ser a veces más complejo («el pasado impredecible»). Pero también, como sucede con Argentina 78, el recuerdo puede ser menos injusto.
Porque los campeones del 78 (¿culpables de qué? ¿de ser campeones en tiempos de Videla?) pasaron de la gloria (manipulada por la dictadura) al recuerdo incómodo (ya recuperada la democracia). Y al olvido fácil. Más aún luego de que la selección volvió a ser campeona en democracia, ganándole a los ingleses, con Diego y afuera del país (México 86). Llegó luego «La tercera» (Qatar 2022), que sirvió acaso para recordar de modo más generoso que si hubo una «tercera» fue porque también hubo una «primera» (Argentina 78). Es la historia de un fútbol rico que, además de Diego Maradona y Leo Messi, también tuvo a Mario Kempes.
Verdad y justicia. El documental, de notable factura técnica, expone las primeras marchas de las Madres de Plaza de Mayo.
Foto: Captura de pantalla
Y la serie lo hace bien. No es la primera. Hubo un documental en 2003 (La historia paralela) con Menotti mucho más predispuesto, aunque enojado, a responder sobre lo que significó haber sido campeón en tiempos de Videla. Y luego otro documental de Cristian Rémoli (Verdad o mentira) que también se metió en el barro, especialmente en la goleada polémica 6-0 a Perú, que dio a la selección el boleto a la final dramática contra Holanda, definida 3-1 en tiempo extra (vimos esos goles miles de veces, jamás como en la serie, tecnología mediante). Argentina ganó con dos tantos de Kempes, artillero y figura de la Copa y, siempre es bueno recordarlo, apodado «El matador» (Videla, en cambio, fue el asesino, y no era exactamente un apodo). Kempes, igual que Menotti, es uno de los tantos entrevistados de una serie que alcanza su punto político más tenso con el sorpresivo testimonio de Mario Firmenich, que cuenta de qué modo Montoneros aprovechó la Copa para denunciar los crímenes que cometía la dictadura. Años de una violencia de la cual él no estuvo exento, y que tuvo en el Mundial su momento acaso más contradictorio.
El deporte, su masividad, suele ser escenario interesante para contar parte de la historia. Porque, por un lado, el Mundial 78 fue obra maestra de la manipulación política de la dictadura. Pero, por otro lado, también fue un búmeran para esa misma dictadura (que siete años después era condenada a prisión perpetua). Lo dice el documental, cuando muestra de qué modo la TV europea pudo ver por primera vez a las Madres de Plaza de Mayo reclamando en pleno Mundial por sus hijos desaparecidos, valientes en medio de la fiesta y del horror clandestino, claves para la visita de la Comisión de la OEA al año siguiente, que escuchó lo que nuestros tribunales y nuestros medios eligieron no mirar.
Argentina 78 («esa serie de mierda», la describió la vicepresidenta Victoria Villarruel) muestra ambos espejos. El del país orgullosamente futbolero. Y también el otro. Lógico, solemos pretender que el espejo nos devuelva solo imágenes bellas. No que nos incomode. El Argentina 78, como toda obra de TV, apela a las emociones. Sé de gente que lloró viendo la serie. Recordando que todo eso sucedió en junio de 1978. En nuestro país. Aunque, a veces, nos duela.