Opinión

Iván Bilyk

Economista

Combustible exportador

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A lo largo de 2021 resultaron frecuentes los titulares en los medios aludiendo a la fuerte recuperación de la producción automotriz nacional. No obstante, escasearon las referencias al rol del Estado y el esquema de incentivos que amparó esta dinámica. Yendo al punto, el buen momento del sector se fundamenta, en gran parte, sobre dos regulaciones de política vigentes. Por un lado, el Gobierno decidió hacer un estricto seguimiento de las importaciones para garantizar el cumplimiento de la Política Automotriz Común vigente con Brasil. En la práctica esto implicó, que si las firmas que operan en Argentina deseaban aumentar la importación de autos, debían primero incrementar sus exportaciones. A su vez, se estableció que por cada unidad extra que la empresa venda al exterior, pagará menos retenciones. Combinadas, estas medidas permitieron que las exportaciones alcancen su segundo mejor año desde 2014, derivando en que la producción nacional supere ampliamente el desempeño de 2019. En el sector autopartista local, la mejora de la demanda interna se tradujo en un aumento de su plantilla laboral, que ya supera en un 3% a la de finales de 2019. No obstante, la pobre evolución de sus exportaciones derivó en una recuperación menos palpable. Por esta razón, para alentar su desarrollo el Gobierno estableció que en 2022 las autopartes también contarán con el beneficio de un menor pago de retenciones a medida que aumenten sus exportaciones. Paralelamente, este año se discutirá en el Congreso el proyecto de ley de Promoción de Inversiones en la Industria Automotriz-Autopartista, que busca generar un marco de incentivos de largo plazo. Porque, al momento de delinear una política industrial, resulta fundamental crear un esquema donde las empresas cuenten con «combustible» para exportar.

JUAN JOSÉ GARCÍA

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