Opinión | A fondo

Cooperativismo y desarrollo sostenible

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Montevideo. Dirigentes de 23 países americanos aprobaron un documento trascendente. (Oscar Bonilla)
 

No se puede hablar de doctrina cooperativa en singular», sostuvo Paul Lambert, uno de los destacados teóricos del cooperativismo del siglo pasado. Y tal afirmación pudo comprobarse una vez más durante la IV Cumbre Cooperativa de las Américas, reunida en Montevideo, Uruguay, del 14 al 18 de noviembre, bajo el lema «Cooperativas: asociatividad para el desarrollo sostenible».
A lo largo de esa intensa semana, dirigentes de 23 países de América, acompañados por representantes de Europa y Asia, debatieron en torno de tres ejes temáticos: 1) Poder, mercado, democracia y desarrollo, 2) Economía Social y Solidaria: estrategias para su fortalecimiento y 3) Contribución de las cooperativas a los Objetivos del Desarrollo Sostenible fijados por las Naciones Unidas hacia el año 2030.
El rico intercambio de opiniones y la diversidad de experiencias reflejadas en las exposiciones centrales y los numerosos talleres temáticos permitieron constatar que Lambert tenía razón. Así, hay corrientes como la que sustenta desde siempre el IMFC, según la cual el cooperativismo constituye una herramienta de transformación social. Otros, en cambio, asumen un papel meramente complementario y hasta se podría decir complaciente con el paradigma neoliberal. Por eso, cabe destacar como un logro importante que, sin perjuicio de la heterogeneidad conceptual y práctica de los cooperadores congregados en la capital uruguaya, se lograra consensuar la Declaración de Montevideo, cuyos principales argumentos reseñamos a continuación.
«La IV Cumbre Cooperativa de las Américas –expresa el documento– se celebra en un momento muy particular en la vida de nuestro continente y el mundo. Tras poco más de una década de significativos avances en términos de conquista de derechos, reducción de la pobreza y redistribución de la riqueza, el enlentecimiento económico global, el retorno de expresiones neoliberales en varios países de la región y la creciente incertidumbre económica y política global plantean un nuevo escenario en donde se ponen en juego los progresos alcanzados por nuestros pueblos».
Más adelante señala que «los alarmantes datos acerca de la desigualdad en la distribución de la riqueza a escala mundial son el resultado de procesos ligados a enormes desequilibrios de poder a escala planetaria (…) El poder de algunos de los grandes grupos económicos de carácter global ha superado largamente el rol de los Estados nacionales, y aun de varios de los ámbitos intergubernamentales internacionales, lo que tensiona los conceptos mismos de democracia y las alternativas para el desarrollo de la mayoría de los países del globo».
«Alcanzar las aspiraciones de igualdad y equidad que inspiran nuestro movimiento requiere de una acción consciente y sistemática. No cabe lugar ni tiempo para ingenuidades. La disputa es económica, social, cultural y comunicacional, política, territorial y ambiental», enfatiza la declaración en uno de sus párrafos más destacados.
Frente a este y otros datos contundentes de la realidad contemporánea, el texto propone «desarrollar la intercooperación e impulsar alianzas estratégicas entre cooperativas y con otros actores privados y de la sociedad civil organizada, así como con el Estado; volver a ubicar a la persona en el centro de la actividad económica resaltando las características distintivas de la economía social y solidaria y su rol transformador; destacar la importancia de la educación cooperativa en la construcción de una sociedad más democrática; incidir en el desarrollo de políticas públicas en los distintos niveles de gobierno».
La Declaración de Montevideo, cuyo texto completo puede encontrarse en el portal www.aciamericas.coop, finaliza diciendo que «las organizaciones miembros de la Alianza Cooperativa Internacional hacen suyos los contenidos de la declaración y se comprometen a desplegar todos sus esfuerzos para que sus miembros los asuman y los apliquen en sus actividades y en su esfera de influencia. Asimismo se invita a otras formas de organización a integrar sus esfuerzos para la transformación social hacia un desarrollo más sostenible e inclusivo».

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