Opinión

Pablo Caruso

Periodista

Desafíos, tensiones y desacuerdos

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Multitud. Las miles de personas que se manifestaron contra el cierre del Conti expresan la necesidad de una agenda alternativa a la del actual Gobierno.

Foto: NA


«Estamos un poco perdidos, un poco desorientados. Un poco descuidados por algunas dirigencias. Este hubiese sido el día, el momento y el lugar para que estén codo a codo los dirigentes que tienen que llevar adelante la unidad para sacar esta pesadilla de encima». Guitarra en mano, esas sencillas palabras del compositor tucumano Juan Falú conforman una buena síntesis del momento que vive el espacio progresista, nacional y popular por estos tiempos. Fue en las puertas del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, en la ExESMA, frente a miles de velas encendidas para mantener ardiendo la memoria y las políticas públicas sobre derechos humanos que tanto costaron construir y que el Gobierno de Javier Milei parece poder horadar sin (casi) despeinarse.

Si frente a las disputas internas que las cúpulas insisten en sostener y hacer durar, el humor de base de las militancias orgánicas y silvestres podía caracterizarse hasta hace poco como de frustración y/o desconcierto, hoy se va transformando en enojo. Y el enojo hacia las dirigencias deviene en desconfianza. Y de la desconfianza nace el repliegue y la atomización. Pastura seca para las derechas de estos tiempos, que saben leer la escena.

«Había una base peronista sin estructura política. Mucha ausencia del sindicalismo, las organizaciones sociales y nombres propios de peso partidario. La gente que participó sintió esa ausencia. Hay que darle mucha bola a esas intervenciones porque expresan genuinamente a esa comunidad que participa siempre», resume con fastidio uno de los pocos dirigentes gremiales que estuvieron en el acto. Las bases vienen atestiguando desde hace rato el debilitamiento de un frente indispensable por peleas cuyas razones no comprenden. Y una pregunta que inquieta: ¿Hay sectores de la alta dirigencia que creen que esas escenas, esos acontecimientos políticos de cuerpo en calle, esas razones y consignas, son cosa de una política que ya fue?

Hay otros dilemas que no son nuevos, pero que se desarrollan en una época novedosa: ¿Un frente lo más amplio posible para ganar una elección, pero con un programa demasiado laxo (y contradictorio) que no logre intervenir con determinación sobre la redistribución del ingreso? ¿O un plan de gobierno decidido, a fondo, que logre impacto material y emocional en tiempo breve para sostener legitimidad política? Eventualmente, no parece ser esa la esencia de la interna. «Ojalá lo fuera», suelta un excandidato ejecutivo al final de un suspiro y mientras levanta una copa de vino tinto.

Referente. El rol de Cristina Fernández es crucial en el armado del principal espacio opositor.

Foto: NA

Hay quienes sostienen que, al día de hoy, no hay manera de resolver el quiebre del vínculo político entre Cristina Fernández de Kirchner y el gobernador de la provincia de Buenos Aires Axel Kicillof. Que el escenario de dos frentes bonaerenses no es solo una pesadilla. En medio de esas disputas (¿de qué tipo? ¿político-conceptuales?), resta la definición sobre el cronograma electoral. Dejan correr desde un círculo pequeño de La Cámpora que si hay desdoble, no hay candidatura de la expresidenta. Y entonces la disputa será sobre la paternidad de una derrota y no sobre quién se anota y acumula la victoria. Hay dirigentes que observan con claridad (e intentan alertar desesperados) ese corrimiento.

De todos modos, para el frente progresista, nacional y popular valen las mismas máximas que para la derecha: ningún acuerdo se celebra en la víspera. Como tantas otras cosas.

Apunte al margen: si desde el círculo más alto de su espacio hay quienes traen como advertencia que Cristina podría no jugar… quiere decir que Cristina evalúa ser candidata. Hasta acá, no había sido dicho con esa claridad.

El amor y el espanto
Lo que a la izquierda y centroizquierda suele llevarle años, la derecha lo utiliza para florearse con un pragmatismo envidiable. En menos de 48 horas, Javier Milei y Mauricio Macri parecen confirmar que toda la munición que intercambiaron en los últimos tiempos, con ráfagas verbales y operaciones políticas de diámetro grueso, eran parte de una negociación. Y que, orillando los bordes, posicionaron a las partes en algún tipo de equilibrio, no necesariamente estable. O eso es lo que está por verse.

A la renovada propuesta del presidente Milei de «acuerdo total», para que «vayamos juntos y arrasemos al kirchnerismo en las próximas elecciones», Macri respondió esta vez con la disposición de crear un equipo de trabajo conjunto que establezca forma y fondo de esa unidad, para lo que ya definió lista de nombres propios encabezada por el offshore Cristian Ritondo.

En el Gobierno asumen que el titular del PRO evaluó escenarios, encuestas y un potencial aumento de las fugas de tropa propia hacia el equipo violeta, y que, observando la dinámica de corrimiento de su base electoral, vuelve a la idea de un acuerdo general con el equino exhausto.

Se sabe y se ha dicho: el anhelo del esquema que conforman Karina Milei, Lule Menem y Sebastián Pareja es ganarle al PRO en su cuna. «Ganarles y enterrarlos en su propio territorio», sueltan sin amagues. Pero obligados a mirar de reojo los acuerdos posibles en la provincia de Buenos Aires, que es la madre de todas las batallas. «Al peronismo en provincia de Buenos Aires es imposible ganarle si vamos divididos», saben. Resumiendo: si bien las legislativas de 2025 son elecciones locales, y en cada territorio se moldearán los acuerdos siguiendo las características de cada pago, la estrategia de CABA y PBA están entrelazadas. Y está claro que violetas y amarillos tendrán que pulsear por sus intereses desde momentos antagónicos: LLA quiere hacer capote y quedarse con todo, imaginando un 2025 con la macro financiera ordenada y la misma consideración de la ciudadanía que lo acompañó en su primer año de gestión. Algo que sorprendió a propios y ajenos. Para el PRO, el desafío es de supervivencia. Intentar dilatar la ambición del armado libertario y sobrevivir en la representación, aún raleada, de la derecha.

Lo que ahora comienza, con promesa de negociaciones para nada sencillas ni exentas de escenas de superacción, es la forma de ese acuerdo y la danza de los nombres propios, que dependen mucho de cada estrategia. Para muestra, basta el botón del desdoblamiento de las elecciones locales en CABA, donde el Gobierno nacional incluso deslizó la idea de echar mano a candidaturas testimoniales. Debilidad del oficialismo: no tiene candidatos consolidados y la manta es corta. O debilitar el armado ejecutivo y «abrir flancos a los traidores» (Milei dixit), o lanzar al Congreso a figuras inclasificables desde las oscuridades de las redes sociales o desconocidos de cada territorio provincial. Bueno, nada que no haya hecho ya, con todo éxito.

Armadora. Karina Milei organiza el partido libertario a nivel nacional y rechaza aliarse con el macrismo.

Foto: Getty Images

Cloacas de la democracia
Breve apunte sobre un episodio que en medio de los consumos de verano, los hechos policiales y algún que otro exabrupto de la política, pasa casi inadvertido en la agenda noticiosa.

Entre funcionarios disfrazados de trols digitales y exfuncionarios de la AFIP macrista se están tirando con una lista de grandes contribuyentes que expone una grave debilidad institucional, una inseguridad fiscal que asusta, y la certeza de que en las llamadas «cloacas de la democracia» aún gobiernan exespías que quizás nunca abandonaron el edificio. Ni las mañas.

Dicen los valientes operadores digitales del Gobierno que durante la gestión macrista de la antigua AFIP se confeccionó una lista de empresarios kirchneristas a proteger. Tiran con eso en el medio de las disputas políticas ya analizadas (¿Habrá esto acelerado los «acuerdos»?). Responden desde el macrismo que eso es una operación mediática de las actuales autoridades de ARCA, y que en realidad ese listado se elaboró para proteger a esos empresarios e impedir que funcionarios de la AFIP pudieran acceder ilegalmente a información sensible.

A todas luces, una confesión. Durante el macrismo se utilizaron datos impositivos de empresarios de manera irregular, y con fines inconfesables, que dieron lugar a causas judiciales, «arrepentidos» y cuestionables detenciones. El Gobierno de Javier Milei no repara en forma ni fondo para sus disputas políticas. Y la vinculación del actual aparato de inteligencia con la agencia de recaudación, en control de hombres de poder que ni siquiera tienen que firmar un papel para ejercerlo, oscurece el porvenir institucional.

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