Opinión

Alfredo T. García

ECONOMISTA

Dólar, matemáticas y política

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Con la abrupta suba del dólar ilegal en estos días, se ha hablado correctamente de «intentos de golpe de mercado». Primero, porque no tiene ninguna vinculación con el resto de las variables; y segundo, porque las cotizaciones están significativamente influenciadas por la especulación.
No es solo la escasez de divisas lo que genera esas subas, como se aduce habitualmente. Esta escasez, agravada este año por la aguda sequía, no es algo nuevo: desde los 64.000 millones que había en las Reservas Internacionales antes de la crisis de 2018, se bajó a los 44.000 en la finalización de la administración de Mauricio Macri; y en el actual gobierno (con pandemia y guerra en Ucrania en el medio) fluctuó entre los 46.000 a los 39.000, siempre hablando de millones de dólares. 
Si de valor del dólar se trata, las matemáticas ayudan. Vamos a tomar los valores del dólar ilegal (engañosamente llamado «libre», «informal» o «blue») en distintos momentos del último año y compararlos. Pero con una gran salvedad, y es que las distintas cotizaciones salen de las «cuevas» (lugares ilegales que se manejan con secretismo y manejan una escasísima parte del mercado de dólares físicos). Entonces, ¿qué precisión tienen las cotizaciones que aparecen en los medios? Ninguna. Intentan ser un mero número informativo, pero la más de las veces, una guía para fomentar la especulación.
El dólar ilegal tuvo dos momentos de escapada en los últimos tiempos; allá a fines de julio de 2022, que llegó a $338, y días atrás, que llegó a $497. En ambos casos, luego descendió. Parece un enorme aumento entre los picos, 47%, pero es mucho menos que la inflación del período, con lo cual, la actual remontada es de menor magnitud.
Pero lo matemático no es lo determinante. Lo principal es que esta fuerte suba impacta en las expectativas y, automáticamente, los formadores de precios los suben, y los pequeños comercios intentan cubrirse por las dudas, aumentando el valor de las mercancías que venden. Entonces, el resultado suele ser mayor inflación.
Pero, además, la suba del dólar ilegal redujo la liquidación de las exportaciones de soja y de las economías regionales por el Programa de Incremento Exportador (con un precio de $300 por dólar fijado por el Gobierno), complicando la acumulación de Reservas Internacionales. También genera incertidumbre en la población. Gran parte de los medios terminaron colocando en la mente de la ciudadanía que el valor del dólar llegó a $500. Y es muy difícil volver atrás de esa instalación mediática.
Porque, en definitiva, el fin último de estas especulaciones es tratar de impulsar una devaluación de magnitud, con la cual muy pocas personas y empresas se beneficiarían, mientras que la gran mayoría la padecería.

Fogoneos
Pero este proceso no se explica solo por el aspecto económico: la política juega un importante papel en este «intento de golpe de mercado». El disparador del dólar ilegal, en julio de 2022, fueron declaraciones de economistas de Juntos por el Cambio sobre un posible reperfilamiento de la deuda en pesos si llegaran a ser Gobierno. Estas manifestaciones generaron la suba del dólar, la caída de los precios de los títulos públicos, etcétera.
En la actualidad, el posicionamiento económico de los precandidatos de Juntos por el Cambio y los libertarios es el que fogonea la incertidumbre, proponiendo diversas formas de dolarización de la economía.
Algunos medios también ayudan: ¿quién no leyó varios titulares del tipo «se disparó el dólar», aún en días en que el ilegal crecía solo uno o dos pesos. Pero si el ilegal bajaba y los dólares financieros (los transados en la bolsa de comercio, operaciones legales como el MEP o el Contado con Liqui) subían, era la suba de estos la que aparecía en los títulos. Y condicionan al Gobierno. Por ejemplo, el BCRA decidió aumentar las tasas de los plazos fijos en 10 puntos porcentuales, para defender al peso argentino. Pero ello tiene impacto en las tasas de los créditos, tanto los productivos como para las personas humanas. No obstante, cabe aclarar que existe la Línea de Crédito para la Inversión Productiva, a tasas subsidiadas, especialmente destinada a pymes, que cubre el 45% de los préstamos comerciales. Debe hacerse, entonces, un delicado equilibrio para mantener el valor real (descontada la inflación) de la renta de los plazos fijos, y reducir el impacto de tasas altas sobre el crédito productivo.
El Gobierno utiliza variadas herramientas. El Ministerio de Economía decidió intervenir en el mercado de dólares financieros, forzando un cambio en las limitaciones impuestas por el FMI para esas operaciones. Y logró que los valores bajaran. Además, ha reafirmado su acuerdo con China para que las importaciones desde ese país se paguen en yuanes, y está avanzando con Brasil para que el intercambio comercial se realice en las monedas locales, una estrategia ya utilizada en otros momentos de nuestra historia. También ha conseguido varios préstamos de Organismos Internacionales. La idea es defender las Reservas, y hacia allí se encamina.
En verdad, las cotizaciones del dólar evidencian el enfrentamiento de los dos modelos económicos: el Estado como regulador, respecto al más crudo libremercado. El Estado establece la cotización oficial del dólar, y la mantiene, porque en términos de competitividad internacional, el dólar oficial es alto respecto a otros momentos históricos, como por ejemplo entre 2016 y 2017. Por el otro lado, el libremercado puede llegar a fijar la cotización de todo el mercado para una jornada, aún con una sola operación de escasa magnitud realizada ese día. Es decir, un «libremercado» muy influenciable y dependiente, dirigido por la especulación.
Y la solución es eminentemente política: si se desea un Gobierno que fomente el crecimiento con equidad distributiva, hay que construir las mayorías necesarias para que este pueda implementar sus políticas, y regular lo que los neoliberales llaman, fingidamente, «libremercado».

City porteña. Las cotizaciones del dólar ilegal (libre, blue o informal) son brindadas por las denominadas «cuevas».

Foto: Jorge Aloy

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