Opinión

Pedro Brieger

Periodista

El hambre toca a sus puertas

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«El mundo se enfrenta a una oleada de hambre», dijo el secretario general de Naciones Unidas en el mes de mayo de este año, el portugués Antonio Guterres, para explicar algunas de las consecuencias de la pandemia y de la guerra en Ucrania. Si bien no es nuevo lo que dice ya que hay regiones donde existe el hambre en el sentido más literal del término, ahora se agregan los términos crisis alimentaria e inseguridad alimentaria.
Las definiciones responden a diferentes realidades, pero el grito de alerta de Guterres se da en el contexto del crecimiento de la pobreza en algunos de los países más desarrollados y ricos del planeta. Y como suele suceder, son los grandes medios de comunicación de estos países los que hacen sonar las alarmas de lo que sucede puertas adentro.
Cuesta creerlo, pero en el Reino Unido el 22% de la población es pobre y en Canadá algo más del 10%, solo para citar dos ejemplos. La falta de una alimentación adecuada tiene consecuencias directas sobre la salud y el incremento de la desigualdad social, sea en el Reino Unido, Canadá o cualquiera de los otros países considerados «desarrollados» o del «primer mundo» donde existen «bolsones» del «tercer mundo».
El nudo de la cuestión es que se producen suficientes alimentos para darle de comer a toda la población mundial aunque en algunas regiones no haya comida y en otras sobre y se la tire. Para tomar dimensión del problema alimentario se puede mencionar que en Canadá el 63% de los alimentos que se descartan son aptos para consumo, y cada día se tiran más de un millón de tomates, papas y manzanas. Comida suficiente hay, pero parece que a la famosa «mano invisible» del mercado no le preocupa incluir a todo el mundo.

Londres. Se profundiza el problema alimentario en los países desarrollados.

TALLIS/AFP/DACHARY

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