Opinión

Ezequiel Fernández Moores

Periodista

El hijo del suburbio dice adiós

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Cuestión de imagen. Autor de tres goles en la final del mundial, Mbappé recibe el saludo de Macron en el estadio de Lusail.

Foto: Getty Images

«Hijo de la banlieue parisina». Así despidió a Kylian Mbappé un cartel de los ultras del PSG en el Parque de los Príncipes de París. 255 goles y 108 asistencias en 306 partidos. Seis títulos de liga, más otras ocho copas. Número uno en la historia del club. Su partida es un golpe no solo para PSG, sino también un vacío económico para la Ligue 1 de Francia, que se quedará sin estrellas. Pero también es un mazazo para los Juegos Olímpicos que comenzarán el 26 de julio en París. El crack era la imagen local de los Juegos. El presidente Emmanuel Macron hizo lo indecible para retenerlo. Pero Real Madrid, su próximo club, no lo cederá para la fiesta olímpica.

Cuando se coronó campeón mundial en Rusia 2018, Mbappé tenía solo 19 años. Con 23, fue subcampeón y capitán en Qatar (anotó tres goles en la final que perdió ante Argentina). En 2020, había amagado dejar la selección tras una Eurocopa discreta. «No puedo jugar para gente que me dice “mono”», decía dolido por los insultos en las redes. Pero jugará la Eurocopa que comienza el 14 de junio en Alemania. Y luego sí será el turno de Real Madrid, que el sábado 1 de junio buscará su décimoquinta Champions contra Borussia Dortmund. La décimosexta debería ser con Mbappé. Para eso se va al Madrid. Para ganarla.

Cuando terminen la Eurocopa y también la Copa América, llegará la fiesta olímpica de París. «Los Juegos –dijo Mbappé, consciente de que no estará allí– seguirán siendo los Juegos más allá de mi presencia o no». Florentino Pérez, presidente de Real Madrid, le pagará un salario anual cercano a los 20 millones de euros. Menos que PSG. Pero Mbappé sumará una prima de 100 millones en cuotas y la mitad de los derechos de imagen. Demasiado dinero. El patrón (Florentino) le gana a la patria (Macron). 

La despedida definitiva de PSG será el sábado próximo, en la final de Copa de Francia contra Lyon. Mbappé confirmó su salida hace dos semanas en un video de cuatro minutos, en el que agradeció a todos, pero excluyó de la lista al presidente qatarí del club, Nasser Al-Khelaifi. Al día siguiente, compartió un asado con los ultras, con los que siempre tuvo trato dispar, pero que en la despedida del Parque de los Príncipes lo despidieron recordándole la «banlieue». La pancarta aludía al barrio de Bondy, suburbio del oeste de París, departamento 93, Siena-Saint-Denis, donde subsiste la mayor proporción de inmigrantes y la tasa de pobreza más alta. El niño Kylian (poster de Cristiano Ronaldo en su habitación) creció allí hiperactivo. Su madre (Fayza Lamari, que también es su agente) era llamada con frecuencia de la escuela. Debutó en Mónaco con 16 años. «Es Pelé», dijo el DT Arsene Wenger apenas lo vio jugar. La temporada siguiente pasó al PSG por 180 millones de euros. En Bondy también crecieron otros dos cracks, William Saliba (Arsenal) y Randal Kolo Muani (PSG). «Quizás no haya mucho dinero allí, pero somos soñadores, total, soñar es gratis», dijo una vez Mbappé. En uno de sus muros hay una imagen enorme del crack. Y una inscripción que dice: «Bondy, ciudad de posibilidades». Especialmente si salís campeón. Y nadie te dice «mono».

Goles son amores. El delantero celebra un gol del PSG ante Barcelona, en la última Champions.

Foto: NA

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