6 de octubre de 2023
«Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia». Eduardo Galeano tiene mucho escrito acerca de la conquista, el llamado «Descubrimiento de América». El escritor uruguayo seguía los Mundiales con devoción. «Cerrado por fútbol», decía un cartel que ponía en la puerta de su casa en el barrio Malvin, de Montevideo, cuando se pasaba un mes encerrado frente a la tele. Jamás habría imaginado el nuevo Mundial de 2030 anunciado esta semana por la FIFA.
Partidos inaugurales el 8 de junio de 2030 en el Centenario de Montevideo para la selección uruguaya, posiblemente en el Monumental de River para la Argentina y en un nuevo estadio de Asunción para la paraguaya (en Paraguay simplemente porque allí está la sede de la Conmebol). Se supone que se honra de ese modo el aniversario número 100 del primer Mundial de la FIFA, jugado en Uruguay y todo en el Centenario (excepto los dos primeros partidos de aquella copa). Ese Mundial tuvo apenas 13 selecciones (buena parte de Europa rechazó venir a Sudamérica). Era un mundo con 2.000 millones de habitantes. Hoy somos 8.000 millones. Las selecciones del Mundial 2030 serán 48. Y los estadios serán cerca de 30. Y repartidos en seis países; porque, tras la fugaz fiesta inaugural que homenajeará a Sudamérica como sede fundadora, el Mundial verdadero será para España (sede central), Portugal y Marruecos.
Suena ridículo. De los 2°C en el Río de la Plata a los 40°C marroquíes. Carlos Bilardo se pegaría un tiro. Las votaciones de la FIFA terminaron en escándalo cuando en su elección corrupta de 2010 coronó a Qatar como sede de 2022. Ahora la FIFA no vota. Decide «políticamente». No sabemos qué es mejor.
La Conmebol, que hasta hace unos meses se creía sede segura del Mundial entero, disfraza ahora como éxito los tres partidos que le asignó la FIFA sobre un total de 104 que tendrá la fiesta de 2030. Y la FIFA celebró su decisión como ejemplo del fútbol que «une y pacifica» a un mundo en tensión permanente. «Tres continentes abrazados por una pelota». Suena demasiado bonito; pero es la FIFA.
Su inesperado anuncio (precipitado porque la Conmebol festejó antes de tiempo) incluyó la decisión de darle entonces el Mundial siguiente de 2034 a Asia/Oceanía. Apenas cinco minutos después, Arabia Saudita se anotó primero en la lista. «El sueño de convertirnos en una nación líder en el deporte mundial», dice el comunicado oficial. Arabia Saudita no precisa socios. Puede organizarlo solo, como ya hizo Qatar. Tampoco hará falta votar. Arabia Saudita, nuevo Papá Noel de la pelota, es el gran ganador.
Poder oscuro. Gianni Infantino, presidente de FIFA, junto a Mohamed bin Salmán, príncipe heredero de la monarquía saudí.
Foto: Getty Images