Opinión

Horacio Aizicovich

Dirigente cooperativista

El valor estratégico del Nación

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Historia y presente. Fundado el 26 de octubre de 1891 la entidad financiera cumplió y cumple un destacado rol social y económico.

Foto: Shutterstock

Con fundamentos poco claros, que encierran motivaciones ocultas como un futuro desguace y privatización, el Gobierno nacional dispuso, vía decreto, el cambio de figura societaria del Banco Nación, intentando transformarlo en una sociedad anónima. Esta acción quedó en suspenso ya que el juez federal de La Plata, Alejo Ramos Padilla, frenó a través de una medida cautelar, solicitando al Gobierno que responda cuál es el interés público que justifica la decisión.

Entre los objetivos plasmados en los fundamentos del decreto, el Gobierno apunta a «mejorar la gestión a través de captar recursos, aumentar la eficiencia operativa y adaptarse a los estándares de transparencia internacional». Estos argumentos no son más que una pantalla para esconder la verdadera motivación del Gobierno que es de carácter político e ideológico, en el marco de su avanzada contra las instituciones y espacios de carácter publico en todos los órdenes.

Resulta imprescindible poner sobre la mesa de discusión pública que el Banco Nación no tiene problemas de liquidez, ni mucho menos de eficiencia, y que muestra de ello es que actualmente es una de las empresas publicas mas rentables de Argentina, la segunda después de YPF.

Junto a la economía real
Debe destacarse que el Banco Nación administra casi el 25% de los depósitos públicos y privados del sistema (según datos del Banco Central de noviembre del año pasado) y que en sus 658 casas distribuidas a lo largo y ancho de todo el país, cumple un rol efectivamente social, de cercanía y prestación de servicios financieros esenciales y de fomento a los sectores productivos, especialmente a economías regionales, mutuales y cooperativas de diversos sectores, los que junto a otros bancos públicos provinciales y la banca cooperativa conforman una presencia insustituible de acompañamiento a la economía real.

Así lo manifestó con claridad el preciso comunicado del sindicato La Bancaria, al expresar que «resulta contradictorio querer vender lo que funciona, ya que el Nación reafirma su liderazgo en el sistema financiero cualquiera sea su medición: activos, depósitos, préstamos y patrimonio», recordando asimismo que por voluntad del Congreso Nacional, el Banco Nación fue excluido de la Ley de Reforma del Estado, que en la década menemista genero la ola privatizadora que terminó entregando las principales «joyas de la abuela» del patrimonio público.

En el marco de la concepción de la gestión libertaria, que se propone «trabajar como topos adentro mismo del Estado», como lo manifestó el propio presidente Javier Milei, el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, le había quitado la exclusividad histórica que tenía el Nación para el pago de sueldos en la administración pública, lo que propende a desmejorar la capitalización del banco y resulta una acción preparatoria de la desvalorización del mismo.

También el propio presidente de la entidad, Daniel Tillard, deslizó en varios comunicados la necesidad «imprescindible de transformarlo en una sociedad anónima, para multiplicar los prestamos».

Modelos en pugna
Contrariamente a estas definiciones de los funcionarios del Gobierno, el Nación sigue cumpliendo los objetivos fundacionales desde hace más de 130 años, especialmente en el apoyo al amplio universo pyme y de la producción agropecuaria, donde se destacan sus tasas activas muy competitivas, acordes a los rubros financiados, mientras que muestra indicadores de rentabilidad muy superiores al promedio del sistema financiero (datos ROE –índice de rentabilidad financiera– de noviembre 2024).

En definitiva, estamos ante otra instancia del debate fundamental de los dos modelos en pugna, uno que defiende la banca publica, el rol esencial del Estado, el fomento de las actividades comerciales, agrarias e industriales, en definitiva de la economía productiva y real, y aquel que se propugna desde el Gobierno, un modelo que busca borrar la presencia de las empresas publicas, ahondar en las privatizaciones de los principales activos estatales y favorecer un esquema de negocios para los capitales concentrados y corporativos seducidos por la creciente burbuja de opciones especulativas amparadas por las políticas de desregulación cada vez más profundas.

Asimismo, en esta instancia fundamental de defensa del Banco Nación, los cooperativistas nos permitimos reafirmar una de nuestras consignas históricas, que ante estos embates de las políticas que desdeñan la soberanía nacional, cobran más vigencia que nunca: «El dinero de los argentinos, en manos argentinas». 

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