31 de agosto de 2024

A propósito de la permanente escenificación del presidente Javier Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, en la que irradian datos y series sobre recuperación de los salarios, de las jubilaciones e inclusive del empleo, la realidad se encarga en forma creciente de contrastarlos.

Las falacias libertarias van desde sus proyecciones de una inflación del 17.000% a una herencia en materia de déficit fiscal cercana al 16%, a otras de fuerte carácter provocativo, como cuando el presidente desliza que el impacto de la recomposición jubilatoria llevaría a un costo fiscal de 56% del PBI, asegurando además que los salarios y las jubilaciones le vienen ganando a la inflación en un contexto de recuperación económica.

La tan mentada recuperación en V, prevista en principio para mayo o junio, no solo no se produjo, sino que no hay previsiones de que se produzca a corto plazo. Así lo reflejan las conclusiones de una extensa encuesta sobre humor social realizada por la consultora Indaga RSO entre abril y julio 2024.

En esta muestra, la posibilidad de perder el trabajo pasó a ser el principal temor de la ciudadanía. Asimismo, subió cerca de 10 puntos el ratio de quienes dicen que en 6 meses van a estar peor que ahora. Otro dato relevante: creció 8 puntos la cantidad de personas que afirman que «ya no pueden esperar» a que mejore la economía.

Para esta medición, el nivel de impaciencia habría pasado del 59% al 67% en solo tres meses. La consultora concluye que con la recesión acelerada, las señales de un ciclo de depresión con incrementos del desempleo y aumentos siderales de las tarifas, se acrecentaría el pesimismo en el ánimo social.

Regresión
En tanto, el Gobierno acelera la reglamentación del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones), contenido en la Ley Bases, un programa que los libertarios sostienen como la panacea de todos nuestros problemas de déficit crónico de divisas. Empero, cabe aclarar que el mismo facilitara la fuga de capitales, eximiendo a sus futuros beneficiarios de ingresar al país el 100% de las divisas obtenidas por sus exportaciones transcurrido el tercer año, más exenciones impositivas, y la admisión de libre importación de maquinarias y equipos.

Está claro que el RIGI no diferenciará los precios locales de los internacionales en la producción interna, aún cuando tenga menores costos, por lo que no conllevará beneficios para los consumidores locales, y por otra parte, bloquea todo impulso de reestructurar la matriz industrial con mayor valor agregado argentino.

Además, propiciará una regresión en la estructura productiva argentina, al discriminar negativamente a las pymes industriales en materia tributaria, pero también a los trabajadores eliminando las posibilidades de acceso a más y mejores empleos.

En este marco, las pequeñas y mediana empresas enfrentan una severa emergencia que ya ha producido el cierre de más de 10.000 establecimientos, alimentando el pesimismo creciente del empresariado nacional, el cual también forma parte del universo registrado por la encuesta antes citada. Dicho estudio coincide con otra medición reciente (Encuesta de perspectivas de la Unión Industrial Argentina), que arroja conclusiones más severas para el sector pyme, donde el 70% de los empresarios encuestados perciben una situación peor que hace un año.

Palabra de Apyme
Resulta indispensable abordar, como lo señalo recientemente Apyme (Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios), en la presentación de un anteproyecto de ley para declarar la Emergencia Mipyme en la Cámara de Diputados, la defensa del mercado interno, y de la soberanía económica, en base al resguardo de los intereses populares, principalmente del empleo y la producción.

La entidad gremial empresaria lo reafirmó el pasado 16 de agosto, Día del Empresariado Nacional (en homenaje al acta de nacimiento de la CGE creada por Jose Ber Gelbard), en un documento que grafica la gravedad de la situación y ofrece una perspectiva de unidad y plan de acción. Señala Apyme: «Como si no bastara semejante daño, el mismo presidente que se propone la destrucción del Estado nacional, se jacta de ahondar este rumbo con el avance de reformas estructurales inéditas en favor de sus “héroes”, los monopolios locales e internacionales. Mientras, festeja un 4% de inflación que no es fruto de un equilibrio virtuoso de las cuentas públicas, sino de un burdo plan de ajuste y desguace de organismos, combinado con “timba” financiera y quita de recursos a las provincias», sostiene la entidad. Y añade: «Por estos motivos, en este 16 de agosto, junto con todo el empresariado comprometido con el destino de nuestro país, llamamos a la unidad para decir NO al avance de un modelo perverso, inhumano y profundamente antidemocrático, que reivindica a los genocidas y da por tierra con las políticas de derechos humanos y defensa de las minorías. Es indispensable, siguiendo el ejemplo de quienes nos precedieron en esta tarea, afrontar la emergencia con propuestas y acciones coordinadas entre los sectores agredidos, pymes de la ciudad y el campo, cooperativas, trabajadores, profesionales, la ciencia y las universidades. Urge debatir los lineamientos de un proyecto que asegure equidad, igualdad de oportunidades y de progreso al conjunto de la sociedad. Para eso, como lo entendió tempranamente la CGE de José Ber Gelbard, en lugar de eliminar el Estado, es preciso dotarlo de objetivos y herramientas para implementar una política de orientación y contenido nacional, sin otro compromiso que los intereses del país». Este pronunciamiento da en el centro de la necesaria batalla cultural. Apyme apela al sentido común, para que no se «naturalice» la adversidad, como recientemente lo planteara el filósofo Diego Tatián, tomando la paradoja de Tocqueville: los poderosos de la Argentina enmascaran como avance de la libertad lo que es un retroceso de la igualdad, el cual buscan que sea extremo para que esa jerarquía se convierta en naturaleza de las cosas y así lograr que el abandono de la imaginación popular sea finalmente irreversible.

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