Opinión

Horacio Aizicovich

Dirigente cooperativista

Fuera del mapa

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BRICS. Reunión del grupo en 2023. El ingreso argentino estaba aprobado, la gestión de La Libertad Avanza lo canceló.

Foto: Getty Images

La política exterior del Gobierno de Javier Milei se despliega en un modo semejante al de una comedia permanente, que tendrá efectos extremadamente negativos para nuestro país en el mediano plazo.
En primer lugar, observemos la incidencia de los ataques personales de Milei a presidentes de países que conforman nuestro núcleo relacional principal en Latinoamérica, como socios estratégicos o por su historial de peso en lo político y cultural desde el sur del Río Grande hasta el confín austral.
Allí encontraremos los agravios reiterados hacia el presidente de Brasil, Luis Inacio «Lula» Da Silva y al Partido de los Trabajadores, desde la campaña electoral y luego en el Gobierno. Brasil es desde hace muchos años el país con mayor intercambio comercial con Argentina y, además, el socio principal del Mercosur.
Esta verborragia presidencial, teñida de conceptos de extrema derecha, continuó con ataques dirigidos al presidente Gustavo Petro, de Colombia, acusándolo de terrorista y asesino, y al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, a quien Milei calificó de ignorante. Los mencionados son los agravios más significativos, aunque también dirigió mensajes agraviantes al expresidente de Bolivia, Evo Morales y, además, el embajador del Gobierno libertario en Chile, el excanciller Jorge Faurie, para no quedar relegado, ofendió públicamente al presidente de ese país, Gabriel Boric, y al conjunto del pueblo chileno.

Visita y exabrupto. Mondino se reunió en China con el canciller Wang Yi. Luego dijo que los chinos eran todos iguales.

Foto: NA

Desaires y racismo
En el marco de su fragorosa campaña electoral, Milei había dedicado mensajes y discursos insultantes hacia el Gobierno de China por su carácter socialista, buscando el beneplácito de la derecha estadounidense y sin medir las consecuencias de semejante ataque a un país con el cual mantenemos relaciones bilaterales que son muy importantes para la economía argentina.
Asimismo, Milei anunció antes de asumir la decisión de no formar parte del grupo BRICS, al que Argentina estaba a punto de ingresar, un bloque alternativo de significativa importancia global, causando un verdadero desaire a la paciente construcción que se venía realizando para formar parte del mismo.
La República Popular China, además, ha sostenido sus mas significativas inversiones externas en nuestro país, entre ellas, las dos represas en Santa Cruz y la ayuda financiera que otorgó en momentos críticos para las reservas de nuestro país, mediante los acuerdos denominados swaps (intercambio de monedas). Sin embargo, en sus primeros días de gestión, Milei decidió frenar toda la obra pública, incluyendo las represas financiadas por China, mientras desplegó un coqueteo irresponsable con Taiwán, pese a que diplomáticamente Argentina se pronunció por una China unificada. Para completar, se sumaron los exabruptos racistas de la canciller Diana Mondino contra China, su cultura y su pueblo, los que abrieron innecesariamente una nueva controversia con el gigante asiático.

López Obrador. El presidente mexicano fue uno de los agraviados por Javier Milei.

Foto:


Un tsunami
Resulta muy amplia y lamentable la lista de desaciertos vinculados a la política exterior. A los mencionados, se puede agregar la decisión de proponer al inefable Alfredo Olmedo como presidente del Parlasur, donde cometió atropellos inclasificables que derivaron en su destitución, aprobada por más del 80% de los parlamentarios del bloque. Integran esa lista también las provocativas ideas de intervenir con fuerzas propias en apoyo de Ucrania en su contienda bélica contra Rusia, o tomar partido en otros conflictos, como el de Oriente Medio, sin una mirada pacifista y humanitaria y con el argumento de que «se trata de estar del lado correcto de la historia».
El estupor que genera en los principales países desarrollados la provocativa política exterior de este Gobierno condiciona nuestras relaciones internacionales en los años por venir. El sesgo ideológico de esta estrategia queda evidenciado en la actitud de formalizar el embargo ilegal del avión venezolano para posteriormente entregarlo a Estados Unidos o en la más reciente negativa de reabastecimiento a la línea de aviación Cubana, en un giro que podría significar un corte en la histórica relación de hermandad entre ambos países.
Como expresamos, son muchos los ejemplos de la degradación creciente de nuestra política exterior, aunque es probable que el que resulta más oprobioso, ya que afecta una reivindicación fundamental de nuestra soberanía, sea la reiteración de elogios desmesurados por parte del presidente argentino hacia Margaret Thatcher, adalid del neoliberalismo y principal responsable del crimen perpetrado en el ataque al ARA General Belgrano durante la Guerra de Malvinas, que produjo la muerte de 323 argentinos.
Este tsunami de provocaciones y deslices en tan solo cuatro meses de gestión abre un panorama complejo en las consideraciones globales sobre el destino de nuestra imagen externa, algo inédito para la historia soberana y de fraternales relaciones con todo el mundo que ha mantenido el país y que puede conducir a un aislamiento real y concreto, al ser esta una materia en la que es impensable resolver los desaciertos con látigo o chequera, y menos aún con motosierras, habituales herramientas del Gobierno libertario en la política interna.

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