Opinión

Ilusión

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Todas las herramientas y medios de comunicación utilizados por el Estado para mostrar y difundir su obra, promover la confianza en los sectores medios productivos, aumentar el presupuesto en educación, poner en acción el corazón militante de la juventud, y todas las medidas que se van ensayando con aciertos y errores, pareciera que podrían ser fácilmente borradas por alguno de esos plumazos violentos, mediáticamente impulsados por cuatro o cinco portadores de documentos de identidad argentinos, todo en minúscula, y representantes de otros dos o tres dioses ávidos de nada más que parches a la propia  infelicidad.
Ante tanta falta de conciencia de lo efímero, avidez, y demás males que nos azotan, el ejercicio podría ser producir mucho más tinta y recursos comunicacionales para dar batalla al gatillo, agazapado detrás de la inculcada y supuesta comodidad.
Es difícil, en Baires son dos los diarios, lo mismo en todas las grandes ciudades y extensiones con silo bolsa. También somos muchos cada día los peregrinos de la emoción, de la ilusión, de a miles en movimiento, de confianza y ficha al intento de la redistribución generosa para traer con responsabilidad más y mejores ocupantes de esta misteriosa y mágica nave exploratoria de nuestro gran universo de maravillas y emociones.
Hace poco vino Dilma. La ilusión y el miedo van parejo, se vio en Venezuela. Por una cabeza gana la fantasía. El sur en flor por primera vez para los menores de 50. Petróleo y recursos para compartir. Atención y riendas para los depredadores. Escuelas, técnicos, ingenieros, artistas, todos en cualquier función y trabajo. Entonces las figuras y las asignaciones dejarán de tener tanto peso para dar lugar a nuevos y naturales dirigentes. Entonces la dignidad y el esfuerzo autoregulado dejarán de lado a la asistencia.

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