3 de agosto de 2022
Es común pensar que el dinero genera poder. Que aquel que posea cantidades significativas de capital podrá influenciar a gusto la forma en que funcionan las cosas a su alrededor, imponer sus intereses. Con matices, esta idea se corresponde con la realidad. Sin embargo, raramente nos preguntamos si nuestros ahorros personales tienen algo de ese poder. Se suele ignorar que –independientemente del monto– hoy existen alternativas de inversión que permiten elegir para qué se va a utilizar nuestro dinero, controlarlo y generar un impacto positivo en el planeta. Desde fines de 2019, el mercado de valores argentino (la bolsa) provee una manera simple de invertir en proyectos tales como la generación de electricidad a partir de los desechos de limón en Tucumán, un parque de energía solar en San Juan o, incluso, en elaboración local de vacunas, entre otros. Esta es la oportunidad que brindan los Bonos Sociales, Verdes y Sustentables, una herramienta que en Europa representa 500.000 millones de dólares y que en nuestro país captaron 1.000 millones de dólares en apenas dos años. Estos bonos son emitidos por empresas, tanto grandes como pymes e incluso ONG. Al igual que la mayoría de los activos financieros transados en las bolsas, implican riesgos, por lo que agencias de calificación internacionales y nacionales se encargan de presentarlos en el detalle de cada emisión. Disponibles para cualquier ahorrista que abra una cuenta comitente en el banco o agente de bolsa, estos bonos brindan una nueva opción de inversión para el ahorro en pesos, permitiendo invertir el dinero y, al mismo tiempo, promover cambios en la forma en que funcionan las cosas.