Opinión | A fondo

Límites del ilusionismo político

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Mensaje. El presidente Mauricio Macri explicó los ejes de la segunda mitad de su mandato. (Presidencia de la Nación)

Inmediatamente después de las elecciones, el presidente Mauricio Macri anunció los ejes de gobierno para los dos años próximos: responsabilidad fiscal, promoción del empleo, fortalecimiento de la República y transparencia institucional. Mantuvo la coherencia de presentar las ya conocidas recetas del Fondo Monetario Internacional (FMI) como novedosas reformas, y el tono es propio de las prédicas de la esperanza, de la fe en un futuro mejor a costa del sacrificio del presente.
El punto es que, desde que el neoliberalismo logró hegemonía, no se han conseguido progresos de orden social, en cuanto a distribución de la riqueza, el crecimiento con equidad y el pleno empleo. El reformismo permanente al que convoca no es otra cosa que las reformas a las que el FMI apela sistemáticamente.
La brega por eliminar la inflación con equilibrio fiscal, bajando el gasto público y liberalizando los mercados es la receta y, a la vez, la causa de los desequilibrios estructurales que provoca. Una película que ya vimos y que conduce a mayor desocupación, desigualdad y endeudamiento.
El bloque de poder que Cambiemos representa actúa dentro de la lógica objetiva del capitalismo concentrado y globalizado; es decir, optimizar la rentabilidad del capital a partir de las mejores condiciones de inversión que se presenten en cualquier lugar del planeta.
La verdadera ideología se expresó sin pudor en el coloquio de IDEA: el mal de Argentina para recibir inversiones es la baja competitividad. Y el principal problema es el costo salarial, es decir, las remuneraciones directas e indirectas que reciben los trabajadores. La reforma laboral se denomina flexibilización, que es jornada de trabajo discrecional a gusto de los empleadores, eliminación del pago de horas extras y de todas y cada una de las conquistas conseguidas dentro de la diversidad sindical y gremial de nuestro país. Entonces se aprestan a un juego de pinzas. Hablan del diálogo, mientras operan para fragmentar la resistencia y el descontento, disciplinar social e institucionalmente a los trabajadores bajo la extorsión de la desocupación, y van a intentar modificar la Ley de Contrato de Trabajo, la indemnizatoria y las de higiene y seguridad.
En paralelo, la quita de impuestos patronales y de cargas para la seguridad social desfinancia al sistema previsional. El trabajador no lo percibe ahora, pero lo sufrirá en el futuro, abriendo una nueva ventana para una nueva privatización total o parcial selectiva del sistema. Las arengas pretendidamente modernizantes son cortinas de humo que con ampliación multimediática abonan el relato de la fe y de la esperanza. El tema no es debatir si mienten o no, pues podría ser que estén convencidos de que este es el camino, el tema es que la economía no es una ciencia exacta, es social y política y es buena no cuando los indicadores así lo expresan, sino cuando es buena para la gente.
La pretendida argumentación de lograr un Estado que no esté al servicio de la política es negar la propia naturaleza de los Estados que es la de ser la esfera política de la cosa pública, en la que –dentro del sistema democrático y de las instituciones– se procesan los conflictos de intereses. Resulta paradójico que mientras se proclama el fortalecimiento de la República y la transparencia, en los hechos se vulnera la Constitución, se manipula a la sociedad condenando sin juicio previo, y se encarcela sin condena.
Cabe preguntarse si es posible tener calidad institucional republicana cuando está operando una monstruosa maquinaria multimediática de manipulación social, que genera prejuicios de todo tipo hacia lo popular, nacional, progresista y verdaderamente democrático. La magnificación del éxito electoral que hace la coalición gobernante le puede ser funcional en la fase de la creencia y la esperanza, pero sin duda la verdad terminará de imponerse, y la ciudadanía alzará sus voces y sus reclamos. La historia tiene antecedentes y un viejo topo encontrará siempre la manera de abrir los cursos necesarios para la justicia, la libertad, la equidad y el progreso en pos de una sociedad verdaderamente humana y solidaria.

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