Opinión

Ezequiel Fernández Moores

Periodista

Made in USA, 30 años después

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El adiós. Maradona en el encuentro ante Nigeria en la Copa del Mundo de 1994. Ya no volvió a jugar con la selección.

Foto: Getty Images

El martes por la noche, Leo Messi y compañía, calentaban antes de ganarle 1-0 a Chile en Nueva Jersey al ritmo maradoniano de «Life is life». Nostalgia pura. Hoy se cumplen 30 años exactos: el 27 de junio de 1994 los bioquímicos de la FIFA Agustín Rodríguez Cano (español) y Antonio Losada (chileno) detectaban que la muestra A del frasco 220 del laboratorio de la Universidad de California, Los Angeles (UCLA), daba positivo de doping. Era el frasco de Diego Armando Maradona. 

Diego había liderado la conquista del Mundial de México 86 y llevado a la Argentina a la final de Italia 90. Reaparecía en el Mundial de Estados Unidos como figura. Goleada 4-0 a Grecia en el debut (un gol suyo, los otros tres de Gabriel Batistuta) y victoria luego 2-1 ante Nigeria (los dos de Claudio Caniggia). Diego estuvo superlativo en los minutos finales. La selección de Alfio Basile, una orquesta que incluía el toque de Fernando Redondo como cinco, era candidato a una nueva final. 

«Me cortaron las piernas», la entrevista de Adrián Paenza a Diego, fue el 30 de junio. Ya el sueño comenzaba a derrumbarse. Ese mismo día, primera derrota, 2-0 contra Bulgaria (la clasificación ya estaba asegurada). La segunda, el 3 de julio en octavos de final contra Rumania (2-3), significó la despedida. El campeón fue Brasil, por penales, tras pobre final sin goles contra Italia. Fue la despedida ideal de Joao Havelange como presidente de la FIFA. 

No recuerdo haber visto a una Buenos Aires tan triste como aquella de la mañana siguiente a «Me cortaron las piernas». Inicié mi cobertura de Mundiales en Argentina 78 y seguí con España 82, México 86 e Italia 90. A último momento no pude ir a Estados Unidos. Me permitió ser testigo fiel de esa mañana desoladora porteña, llevar hijos a la escuela y viajar al trabajo en el subte y por calles en donde nadie hablaba. Todos mirando la nada. Una ciudad de zombies. 

Nueva Jersey. Messi en el encuentro ante Chile, por el grupo A de la Copa América 2024.

Foto: Getty Images

Estados Unidos, el país de las celebrities, y que ni siquiera tenía en 1994 Liga profesional de fútbol, celebró la presencia de Diego. Pero ese Mundial fue un fenómeno exclusivamente latino. El grueso de la población ni siquiera se enteró que la Copa se jugaba en su país. La FIFA alentó la presencia de Diego. No hubo controles antidoping en el repechaje contra Australia. Maradona, entonces, llegó confiado a Estados Unidos. 

Más confiado llegó aún Daniel Cerrini, el célebre fisicoculturista de 27 años que acompañó de modo misterioso la preparación de Diego. ¿Por qué Julio Grondona, presidente de la AFA, se negó a realizar un control antidoping interno como le pidió Ernesto Ugalde, médico de la selección? ¿Cómo no vigilar qué pastillas le daba Cerrini a Diego? Por error, por lo que fuere, Cerrini le dio efedrina. Y (hoy no, pero en ese momento sí) esa cantidad de efedrina era doping. Grondona terminó echando luego él mismo a Diego del Mundial. Si no lo hacía, dicen quienes lo defienden, la expulsada del Mundial hubiese sido la propia selección. Estados Unidos celebra hoy su Copa América y tendrá su Mundial en 2026. Messi vive allí. Lo precisa como rostro del soccer, una industria de canchas deficientes en el país del fútbol americano y del béisbol. Imposible que un Cerrini de 27 años arruine ese negocio.

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