Opinión

Jorge Vilas

Periodista

Malas palabras

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El Gobierno manipula el conteo de casos de COVID-19 para obtener réditos políticos; la vacuna rusa no sirve; la vacuna rusa es veneno –hasta fue denuncia judicial de una exdiputada–; luego, ¡no llegan vacunas!; ingerir cloro cura el coronavirus; venimos de una cuarentena de un año; nadie controla la circulación nocturna, hacé lo que quieras, no pasa nada; en los hisopados aplican una sustancia para que dé positivo y meterte en tu casa. Las afirmaciones precedentes fueron emitidas desde medios de comunicación de alcance nacional, diarios, radios, señales de televisión. Ante uno de los casos suscitados, la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual denunció que «este conjunto de imprecisiones genera alarma social y promueve desconfianza entre las audiencias sobre los métodos de detección del virus». Por su parte, las y los trabajadores nucleados en el Sindicato de Prensa de Buenos Aires reclamaron a las empresas de medios de comunicación «para que contribuyan al bien común, transmitiendo mensajes veraces y constructivos».
El contexto impone la necesidad de tomar conciencia acerca de la importancia de los cuidados sanitarios con una mirada solidaria, no basada en la mera preservación individual sino en la responsabilidad comunitaria de evitar la transmisión de un virus que hace estragos en millones de personas. Ese enfoque, el social, el colectivo, el solidario, no es el que predomina en los medios más poderosos. Alineados con los sectores más duros de la oposición, amplificaron marchas anticuarentena y antivacunas, banalizaron las medidas de prevención y difundieron noticias falsas.
Sin que el grave panorama sanitario global les mueva un pelo, los medios hegemónicos hacen su juego, muy lejos de la responsabilidad social –indispensable siempre, pero mucho más en el marco de una pandemia– y cerca de la especulación política y la desinformación.

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