Opinión

María Silvina Prieto

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«Cada vez que alguien recibe visita todo se transforma en una fiesta. Se le da mucha importancia porque es lo que conecta con el afuera, con la familia, con los afectos, los manjares que no se prueban hace años. Manjares que una minoría disfruta de manera ilegal, pero que con la venia de los penitenciarios se vuelven tan legales como el agua que sale de los grifos.»

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