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Los otros días vi por televisión al empresario (y millonario, es bueno aclararlo) Eduardo Constantini hablando de economía. Este hombre es el «creador» de Nordelta. Es decir, el pseudo Miami argentino, ubicado en el municipio de Tigre. El tipo, muy suelto de cuerpo, decía que había que levantar el control cambiario. Según él había que hacerlo en un día y se explayaba sobre las funciones que debía tener el Banco Central y que no debía intervenir en un mercado libre, etcétera, todo lo que conocemos de la prédica de los 90. Aquella con la que le fue tan mal al país. Este hombre, un empresario, ni siquiera economista del establishment, resulta que sabe cómo llevar adelante la economía de todo un país y con un par de eslóganes neoliberales pretende decirnos a los argentinos qué es lo bueno y qué es lo malo. Por si fuera poco se despachó con que el mercado inmobiliario estaba «deprimido» y según él si el próximo presidente llevaba un programa económico «consistente» llegarían inversiones y… ¡subirían el valor de las propiedades! ¡Como si estuvieran baratas!
Me pregunto, ¿este hombre sabrá que hay millones de argentinos que no tienen una vivienda propia, ni siquiera una humilde? ¿Le parecerá poco que un departamento de dos ambientes cueste la locura de 80.000 dólares? ¿Todavía no se enteró de que el crédito hipotecario casi es inexistente? ¿Que muy pocas personas pueden ahorrar para comprarse su primera casa? ¿De qué está hablando cuando dice que el valor de las propiedades debe subir? Hablaba de que entonces los lotes podrían valer entre 60.000 y 300.000 dólares. ¿En qué planeta vive esta gente? Su codicia no tiene límites y encima lo dicen por televisión sin ruborizarse.
Julián Arregui
Ciudad de Buenos Aires

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